Burbujas
Hasta hace muy poco, las únicas burbujas famosas eran las de Freixenet. Por culpa de la pandemia, aquellas señoritas enfundadas en un traje dorado han dado paso a un concepto radicalmente distinto que nos aleja, entre otras cosas, de las celebraciones. El barcelonismo, que lleva meses acumulando desgracias, vio cómo el pasado domingo podía descorchar la botella de cava para reconocer a sus jugadoras del primer equipo femenino. Nadie como ellas, el cuerpo técnico y Markel Zubizarreta saben lo que ha costado plantarse en una nueva final de la Champions. Si normalmente nadie regala nada, a ellas mucho menos. Casi tres años de trabajo duro, de pocos reconocimientos públicos y privados y de cargar con el estigma de ser un gasto, algo que se ha demostrado que es absolutamente incierto, al final obtienen una nueva recompensa y estarán en Göteborg el próximo 16 de mayo. La LFP -que vive en su particular burbuja masculinaha tenido a bien que la jornada que coincide con un partido internacional tan importante los encuentros de Liga locales se disputen tres horas y media antes. Parece que la posibilidad de jugarse en sábado ni siquiera se planteó. “Con tres horitas ya basta. Y gracias”, han debido pensar en aquella santa casa. En esa y en otras tantas con responsabilidad informativa. Esta burbuja sigue teniendo una gruesa capa y aunque todo un Barça Femenino se plante en una final continental, siempre pasará por delante cualquier insulso partido de la Liga nacional masculina. Así es y así se lo hemos -o no- contado.
El barcelonismo descorchó la botella de cava para reconocer a sus jugadoras