El Atlético no falla y saca la calculadora
La versión más letal y competitiva de los rojiblancos les permite acercarse al título liguero. De tropezar hoy el Real Madrid en Los Cármenes, el alirón colchonero podría llegar el próximo domingo en el Wanda Metropolitano ante Osasuna
Simeone, los jugadores y los cientos de miles de atléticos repartidos por todo el mundo estarán pendientes hoy de lo que haga su vecino y enemigo en Granada. Un tropiezo de los de
Zinedine Zidane en Los Cármenes permitiría a los colchoneros poder proclamarse campeones el próximo domingo ante Osasuna.
El líder hizo su faena. Y de qué manera. El Atlético más agresivo y voraz está de vuelta, y en el momento cumbre de la temporada. Ninguneó a la Real con su presión y su precisión. Pero no mató y finalizó pendiente del cronómetro. Desde la piña inicial se conjuró el líder, con arenga de Koke y la autoridad de sus 500 partidos como rojiblanco. El último empujón emocional, algo tan arraigado en el `Pupas'.
No estaba la Liga para muchas más pamplinas, ni para seguir regalando puntos. Y el Atlético se lo tomó como una verdadera final. Remiro agradeció la falta de tino de los delanteros colchoneros, que empezaron intranquilos en la definición. Luis Suárez empaló una volea, de esas tan características del charrúa, a la M-40. Marcos Llorente pecó de individualista en un mano a mano con el portero `txuri-urdin', con Suárez salivando como los perros de Pavlov. Otro puñal a la espalda de la retaguardia realista sería el definitivo.
Carrasco domó un balón colgado al área por Llorente y definió de punterazo entre las piernas de
Remiro. El primer azote, en el casillero. El Atleti estaba donde el `cholismo' crece exponencialmente y se apodera de la mente de los jugadores, aunque esta vez no dieron un paso atrás.
Imanol negaba con la cabeza desde la banda. El plan no era el previsto por el de Orio. Y la cosa se iba a torcer aún más. Luis Suárez aguantó el cuerpeo con Oyarzabal y asistió para que Correa cruzara el 2-0 con la diestra.
Antes del intermedio, los donostiarras dispusieron de dos ocasiones en las botas de Isak. Oblak y el palo frustraron al tallo sueco.
PERDONA Y SUFRE Quiso más el Atlético, más ambicioso que nunca.
Pero le costó cerrar el encuentro al cuadro del barrio de Canillejas. Especialmente por la falta de contundencia en los últimos metros. Luis Suárez estuvo activo e incisivo, aunque extraordinariamente fallón para lo que él acostumbra.
Sin Isak sobre el césped por molestias musculares, la producción ofensiva decreció. Oyarzabal y Portu
no existieron en ataque, salvo un remate mordido del murciano que Oblak negó con la punta del guante y otro al palo en los minutos finales, cuando la Real tocó a rebato y recortó distancias en un córner rematado por Zubeldia.
Llegó el nerviosismo y las miradas continuas al reloj de un Atlético que acabó apurado y con el corazón a mil por hora. Para ser campeón hay que sufrir, y en el Metropolitano son `cum laude' en ello.