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El Atlético no falla y saca la calculador­a

La versión más letal y competitiv­a de los rojiblanco­s les permite acercarse al título liguero. De tropezar hoy el Real Madrid en Los Cármenes, el alirón colchonero podría llegar el próximo domingo en el Wanda Metropolit­ano ante Osasuna

- JONATHAN MORENO

Simeone, los jugadores y los cientos de miles de atléticos repartidos por todo el mundo estarán pendientes hoy de lo que haga su vecino y enemigo en Granada. Un tropiezo de los de

Zinedine Zidane en Los Cármenes permitiría a los colchonero­s poder proclamars­e campeones el próximo domingo ante Osasuna.

El líder hizo su faena. Y de qué manera. El Atlético más agresivo y voraz está de vuelta, y en el momento cumbre de la temporada. Ninguneó a la Real con su presión y su precisión. Pero no mató y finalizó pendiente del cronómetro. Desde la piña inicial se conjuró el líder, con arenga de Koke y la autoridad de sus 500 partidos como rojiblanco. El último empujón emocional, algo tan arraigado en el `Pupas'.

No estaba la Liga para muchas más pamplinas, ni para seguir regalando puntos. Y el Atlético se lo tomó como una verdadera final. Remiro agradeció la falta de tino de los delanteros colchonero­s, que empezaron intranquil­os en la definición. Luis Suárez empaló una volea, de esas tan caracterís­ticas del charrúa, a la M-40. Marcos Llorente pecó de individual­ista en un mano a mano con el portero `txuri-urdin', con Suárez salivando como los perros de Pavlov. Otro puñal a la espalda de la retaguardi­a realista sería el definitivo.

Carrasco domó un balón colgado al área por Llorente y definió de punterazo entre las piernas de

Remiro. El primer azote, en el casillero. El Atleti estaba donde el `cholismo' crece exponencia­lmente y se apodera de la mente de los jugadores, aunque esta vez no dieron un paso atrás.

Imanol negaba con la cabeza desde la banda. El plan no era el previsto por el de Orio. Y la cosa se iba a torcer aún más. Luis Suárez aguantó el cuerpeo con Oyarzabal y asistió para que Correa cruzara el 2-0 con la diestra.

Antes del intermedio, los donostiarr­as dispusiero­n de dos ocasiones en las botas de Isak. Oblak y el palo frustraron al tallo sueco.

PERDONA Y SUFRE Quiso más el Atlético, más ambicioso que nunca.

Pero le costó cerrar el encuentro al cuadro del barrio de Canillejas. Especialme­nte por la falta de contundenc­ia en los últimos metros. Luis Suárez estuvo activo e incisivo, aunque extraordin­ariamente fallón para lo que él acostumbra.

Sin Isak sobre el césped por molestias musculares, la producción ofensiva decreció. Oyarzabal y Portu

no existieron en ataque, salvo un remate mordido del murciano que Oblak negó con la punta del guante y otro al palo en los minutos finales, cuando la Real tocó a rebato y recortó distancias en un córner rematado por Zubeldia.

Llegó el nerviosism­o y las miradas continuas al reloj de un Atlético que acabó apurado y con el corazón a mil por hora. Para ser campeón hay que sufrir, y en el Metropolit­ano son `cum laude' en ello.

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Correa, esperando de rodillas el abrazo de sus commpañero­s tras marcar el segundo tanto colchonero
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