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LANDA SE RETIRA DEL GIRO

El ciclista alavés se cayó a 4 kilómetros de la meta y abandonó la carrera evacuado en ambulancia

- SERGI LÓPEZ-EGEA

El vasco Mikel Landa sufrió una caída en el Giro de Italia que le obligó a abandonar

Solo había pedido tener un poco, solo un poco, de buena suerte. Solo deseaba que el destino por una vez le sonriese, que no sufriera uno de los tradiciona­les traspiés que siempre, siempre, acompañan a Mikel Landa desde los inicios de su carrera profesiona­l. Y a la quinta etapa, posiblemen­te en la jornada más tonta del Giro, sin un solo repecho dibujado camino de la playa adriática, Landa tropieza con una isleta y adiós a la carrera, al sueño en rosa que anhelaba como posiblemen­te nunca hasta ahora había vivido. Peor suerte, imposible.

Landa ya no está en un Giro donde aspiraba a la victoria. Sintiéndos­e fuerte y con un equipo entregado a su imagen y semejanza, quería arañar segundo a segundo, como si cada montaña de la prueba fuera una trinchera donde había que hacerse fuerte antes que saltar a la siguiente sabiendo que todos los rivales eran enemigos. Pero no contaba con una isleta. Allí estaba un vigilante de la organizaci­ón con quien impactó Joe Dombrowski. Landa no pudo sortear al ciclista estadounid­ense, caído en el suelo, y se estampó de bruces. Impacto contra el asfalto, la clavícula izquierda

Era uno de los grandes favoritos al triunfo final, pero otra vez la mala suerte trunca su éxito

Caleb Ewan se llevó la etapa al esprint; De Marchi se mantiene líder en la general de la ronda italiana

se rompe, escápula y varias costillas fracturada­s, posible neumotórax, y todo el trabajo, todo el entrenamie­nto, toda la preparació­n, a hacer puñetas. Con cinco etapas todavía es imposible acertar que corredor llegará vestido de rosa a Milán el domingo 30 de mayo. Las apuestas son variadas. Pero lo que sí está claro es que no será Landa, que deja ahora el Bahréin en manos de su compañero y amigo Pello Bilbao, quien estaba dispuesto a sacrificar­se por su jefe de filas que, sin querer, sin desear y por accidente, le ha traspasado los galones que llevaba con gallardía para asustar a todos los rivales.

“NO TE CAIGAS” Dice la teoría ciclista, la misma sabiduría que cada mañana impartía José Miguel Echávarri a Miguel Indurain durante la primera semana del Tour (”Miguel, no te caigas”), que más que perder unos segundos en el esprint, más que tomar riesgos por no verse cortado a última hora, lo que había que hacer era evitar sobresalto­s, no irse al suelo y, sobre todo, no perder la carrera a las primeras de cambio. Landa y todos los favoritos sabían que ayer era un día para recuperar fuerzas, tomárselo como una jornada de entrenamie­nto con dorsal, y evitar contratiem­pos inesperado­s, sobre todo a falta de cuatro kilómetros, cuando los equipos con velocistas van lanzados, desbocados. Apartan entonces a corredores molestos del camino de sus esprínters que buscan situarse delante porque saben que en un Giro montañoso apenas habrá cuatro oportunida­des para batirse en duelo entre ellos. Y a cuatro kilómetros para llegar a la playa de Cattolica, cerca de Rimini, en los territorio­s por los que entrenaba Marco Pantani, Landa acabó retorciénd­ose de dolor en el suelo, con sus compañeros esperándol­e para reintegrar­lo al pelotón, algo que, por desgracia, no sucedió. Y mientras Caleb Ewan se imponía en la llegada masiva (con Alessandro de Marchi al frente de la general) Landa dejaba la carrera en el interior de una ambulancia. Dos Tours corrió con el equipo Movistar. En el primero, mientras Francia se preparaba para ganar la final del Mundial de fútbol, la ronda francesa se enfrentaba a los adoquines de la ParísRouba­ix. Landa los superaba todos con nota. Y cuando estaba ya en la zona tranquila, mientras se disponía a beber un sorbo de agua, aparece una alcantaril­la más hundida de la cuenta… y castañazo. Al año siguiente, con el viento decidido a fastidiar la carrera, Landa supera todos los cortes, pero, de repente, sin querer, Warren Barguil lo tira al suelo. Y en septiembre pasado, en otro día de viento huracanado, Landa se queda cortado, por fortuna no se accidenta, pero ya pierde antes de la montaña la mayoría de opciones de pelear por el podio. El ciclismo casi siempre es bello, pero también es injusto, inhumano y hasta cruel en muchas otras ocasiones. Y, por desgracia, Landa acostumbra a circular en el lado de la desdicha; en el Giro, con la de ayer, ya lleva dos abandonos, para quedarse siempre con la sensación de qué habría pasado en 2015 si el equipo Astana no le ordena bajar el ritmo para esperar a Fabio Aru. Aquello, por fortuna, no fue una caída, pero segurament­e sí fue un error inmenso de cálculo de la dirección de su equipo, porque segurament­e hoy podría tener un Giro.

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//AFP Landa, en el asfalto siendo atendido antes de ser llevado a un hospital. Adiós a un Giro en el que tenía depositada­s muchas expectativ­as
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