Cuando hay más colores que el rojo y el blanco
El pasado y presente culé de Luis Enrique siempre le perseguirá
Le esperaban con las uñas afiladas. Analizaban cada palabra previa, cada gesto y cada señal que emitía. Contaban los días y las horas para asistir a su debut en la Eurocopa y, sobre todo, para no perdonarle nada. Luis Enrique, un tipo valiente y más listo que el hambre, estaba preparado para todo. Incluso para ganar. Si el resultado del primer partido de esta novedosa selección española era positivo, él sabía que le iban a buscar la vuelta exactamente igual. Tener el “valor” de armar una convocatoria sin ningún jugador del Real Madrid y sin el capitán que los manda,
Sergio Ramos, ha provocado un hecho sociológicamente apasionante. Los y las que llevan en el corazón, en la correa del reloj y tatuada en el pecho la camiseta de la Roja, son los y las mismas que hoy la cuestionan e, incluso, la rechazan. `Lucho' ha conseguido rizar el rizo de las filias y las fobias versus los amores apasionados. “Esta España ya no me representa”, se escucha y se lee. Si el resultado ante
Suecia hubiera sido una goleada, la habrían celebrado rechinando los dientes. Paradojas de la vida. El pasado y el presente culé de Luis Enrique siempre le perseguirán. Haga lo que haga, será cuestionado. Necesita resultados que le avalen y ni así. Su selección no despierta pasiones y le señalan por no incluir en ella a un líder (Ramos, por supuesto, aunque solo fuera para contar chistes y hacer piña) y no `enganchar'. Muchos parecen olvidar a los que estuvieron después de aquélla que lo ganaba todo. El salto en el recuerdo llega a Sudáfrica y, qué curioso, aquel equipo contaba con una columna vertebral tan barcelonista como el propio
`Lucho'.