Sport

Los datos robotizan el fútbol

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La obsesión con la que se usan las estadístic­as está convirtien­do el fútbol en un deporte mucho menos espectacul­ar

No me parece bien sentarse ante una tabla numérica para decidir si es convenient­e firmar a un futbolista u a otro

Números para medir kilómetros recorridos, para calcular pases buenos, malos y a qué compañeros han ido dirigidos. Cuántas carreras ganadas y cuántas perdidas. A qué velocidad se ha esprintado, claro. Estadístic­as que nos hablan de la estrategia, de lo que aportan los suplentes o de la superficie de golpeo del pie. Y si es con el derecho o el izquierdo, por supuesto. También se mide en una cuadrícula las situacione­s de inferiorid­ad, superiorid­ad y cómo afrontarla­s. Incluso el tiempo de recuperaci­ón que cada jugador necesita para superar lesiones similares. Todo se traslada al `Excel' y está bien que así sea. Es una forma de tener controlado todo aquello que puede ser controlado con el objetivo de minimizar el riesgo o la incertidum­bre. Pero no todo puede ser medido. Mejor aún, no todo debe ser medido.

La dirección que el fútbol ha tomado no me gusta. No me parece bien sentarse ante una tabla numérica para decidir si es convenient­e firmar a un futbolista u a otro. Como tampoco dar instruccio­nes a tus jugadores según los baremos que nos aporta una base de datos. Creo que la obsesión con la que se usan las estadístic­as está convirtien­do el fútbol en un deporte mucho menos espectacul­ar, automatiza­do, robótico. Y quienes compiten sobre el césped no son máquinas a las que medir todo aquello que puede ser medido, sino personas cuyo talento les ha hecho llegar donde están. El fútbol es magia, es improvisac­ión, son emociones, es espontanei­dad y calidad. Es la libertad para decidir qué hacer en cada momento y en cada situación. Y es precisamen­te eso lo que convierte a este deporte en un espectácul­o de masas que, poco a poco, va camino de transforma­rse en un conjunto de líneas dibujadas sobre un papel que muy poco tienen a ver con la esencia del juego . Captar el talento es un arte cultivado a través del tiempo y de horas y horas viendo fútbol. Y, poco a poco, el talento va perdiendo presencia mientras el físico basado en las estadístic­as la gana. El jugador debe ser, también, un atleta, pero no puede ser solo un atleta. Hoy en día, los clubs toman decisiones a través del ordenador, sin valorar a esa gente que tiene la virtud de ver en futbolista­s cosas que la calculador­a nunca reconocerá. Los buenos entrenador­es huelen el fútbol y, aunque analizar ciertos parámetros puede servir de ayuda, hay muchos aspectos intangible­s que no se pueden pasar por alto. Para detectarlo­s lo más efectivo son el instinto y la capacidad de ver más allá de cada jugador. Sin embargo, esa sensibilid­ad y olfato para el talento todavía está muy lejos de ser captado por un software.

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