Histórico robo a un gran Sandor
El Madison silbó la decisión dividida que dio el triunfo al púgil local, a pesar de que el catalán fue superior
El boxeo, un deporte maravilloso y lleno de deportividad ha quedado históricamente manchado por decisiones arbitrales inexplicables y eso es lo que sucedió la madrugada del domingo en el Madison Square Garden. En pleno Manhattan neoyorquino, Sandor Martín regresó a Estados Unidos 14 meses después de su victoria ante un Mikey García que había sido campeón mundial en cuatro categorías diferentes. Ayer el reto era aún mayor, ya que tenía enfrente a un Teófimo López que peleaba en casa y había sido campeón unificado del peso ligero.
El combate era una eliminatoria por el cinturón universal superligero del Consejo, aunque el ganador tendría que esperar a que el estadounidense Regis Prograis defienda la corona ante su compatriota José Carlos Ramírez la corona que revalidó el 26-N frente a otro norteamericano como José Zepeda.
DOS CAÍDAS Y UN CABEZAZO Los diez asaltos fueron un continuo quiero y no puedo de un Teófimo más incisivo frente a un Sandor que exhibió un boxeo lleno de talento. Con un prodigioso jab de derecha, el catalán mantuvo siempre a su rival a más de un metro y esquivó con piernas y con el cuerpo sus intentos desesperados por mandar.
En el primero, un cabezazo provocó un corte a Sandor que el árbitro Ricky González obvió. En el segundo, un golpe inteligente del catalán dio con `The Takeover' en el suelo y solo a regañadientes le contó. La historia se repitió en el séptimo y esta vez el tercer hombre en el ring hizo mutis por el foro. “Nos van a ganar la pelea, ¿Qué haces, gordo?”, espetó a Teófimo su esquina antes del último asalto. Esa fue la historia de una prodigiosa pelea de `Arrasandor'. Un juez le dio ganador por 95-94, otro perdedor por 96-93 y el tercero también, por un 97-92 que debería desterrarlo para siempre del boxeo por corrupto o por incompetente. ¡Qué asco!
En una pelea muy pareja, el catalán fue mejor y tiró a su rival dos veces, pero los jueces le robaron el triunfo