Sport

Uno de los nuestros

- CARME BARCELÓ

Rafa Luque se colocó discretame­nte bajo un altavoz de la sala. Acababa de escuchar a su hijo y a otro al que considera casi uno de su sangre en la sala magna de la Casa de l'Esport de Terrassa. “A estos dos los he llevado y traído mil veces a entrenar. Y míralos. Qué orgullo más grande”. Muy cerca,

Joaquim Hernández y

Maria Mercè Creus, los padres del entrenador del

FC Barcelona, escuchaban junto a su nuera

Núria las palabras de los que un día fueron unos críos con un montón de sueños y hoy son el director de fútbol de la FEF y el técnico del equipo líder de la Liga. Al fondo, la Directora de Serveis d'Esports del ayuntamien­to egarense miraba la fotografía que poco antes le habían hecho con ambos. Laura Roca, nadadora olímpica, coincidió con ellos en las olimpiadas de Sidney y esa imagen de los tres deportista­s de Terrassa con el uniforme nacional la repitieron ayer con veintitrés años más y muchas responsabi­lidades que ni siquiera imaginaban. El reencuentr­o de amigos, amigas, padres, madres y colegas de toda la vida fue tan emocionant­e como realista. Todos tocan de pies en el suelo. Todos saben lo que ha costado hacerse un hueco en un equipo, superar oposicione­s, levantarse muy temprano y acostarse muy tarde haciendo kilómetros con coches que no eran de alta gama, perder casi siempre y ganar casi nunca.

“Los peores días de mi vida han sido como entrenador del Barça. Me he preguntado muchas veces si compensa porque es muy duro. Ya lo tengo todo a nivel económico. Podría irme a casa tranquilo. Pero soy muy culé y quiero ayudar al club en lo que pueda”. En primera fila escuchaba Montse Alcoba, una subcampeon­a de Europa de halterofil­ia adaptada que también compitió en Tokio, que ha tenido que dejar atrás esa especialid­ad por “el maltrato constante que he padecido por parte del coordinado­r. Ha sido muy duro. Pero me he reinventad­o y ahora voy a por mi plaza de París como piragüista”. Y, a la par que renuncia, reescribe su relato, trabaja y concilia como puede. A ambos les une la pasión por lo que hacen. Cada uno en su realidad y en su contexto, saben que si no sienten la maquinaria no funciona. Con millones en el banco o con números rojos. Tanto Montse como Xavi reposan sus malos momentos en los suyos: padres, madres, hijos, hijas, amigos, amigas… su gente. Será por eso que algunos aseguran que Xavi se salva muchas veces porque “es uno de los nuestros”. Pues, visto el panorama, a fe que no es tan fácil. Y te quita el sueño. Es lo que tiene el ADN. El de Terrassa y el del Barça.

Xavi, como otros grandes deportista­s, saben que si no sienten la maquinaria no funciona

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EFE
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