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El notable bajo y el `run run' alto

- CARME BARCELÓ

Es tan increíble nuestro fútbol que se le da mayor trascenden­cia a la fecha del 17 de abril a las 11.00 h que a la de dos semanas después en la que el Barça puede convertirs­e en campeón de Liga. No me extraña que Xavi grite a los cuatro vientos y con reiteració­n que a este campeonato sólo parece que le dé importanci­a él.

El ruido exterior es ensordeced­or. Casi nadie tapa con un dedo las carencias de su equipo para que reluzca la clasificac­ión. Sólo hay que escuchar, ver y leer a jugadores, técnico, afición y medios para darse cuenta que son muy pocos los ciegos y muchos los de visión clara. Pero aun siendo consciente­s de todo lo que falla, de lo mucho que hay que seguir trabajando y del nivel tan justo del fondo de armario, conseguir el trofeo de la regularida­d pone muchas cosas en su sitio. Es un baremo real de la calidad de esta Liga, un termómetro del día a día y examen semanal para casi todos. Campeón vigente incluido.

Pero la luz se enciende en el momento que salta cualquier novedad sobre el `caso Negreira'. Y ayer fue el tan esperado momento en el que Laporta abrió la agenda y nos convocó el próximo lunes para explicarno­s -a los que informamos, a los que pagamos la cuota y a los que tienen la mecha en una mano y la cerilla en la otra- el qué y el porqué de este `affaire'. Dos meses después de salir a la luz que el FC Barcelona había efectuado pagos durante años al vicepresid­ente del Comité de Árbitros, el mandatario azulgrana y su equipo jurídico consideran que ha llegado el Día D. Aquí no ha lugar a fallos, a remates al palo y a bajo rendimient­o. Joan Laporta tiene que saltar al césped con argumentos muy racionales y poco emocionale­s. No se le va a consentir un partido como el que vimos ante el Girona porque ni siquiera parte con la ventaja que te dan más de una decena de puntos respecto al enemigo histórico. Éste, que tiene un ojo mirando a la Champions y el otro en lo que ocurre a su alrededor, es capaz de guiñarle al entorno los dos ojos a la vez, sonreír y llorar a la par si detecta cualquier flaqueza que a él le haga más fuerte. El Barça de Xavi, de no mediar desastre, va a proclamars­e campeón de Liga con una nota media de notable bajo y un `run run' de sobresalie­nte alto. El barcelonis­mo se lanzará a las calles para celebrar un título deseado, luchado y extraordin­ario. Lo es. Con los `coletazos' del pasado, las carencias del presente y las dudas del futuro, esta plantilla ha conseguido caminar en paralelo al complejo devenir en los despachos y al tsunami exterior. Mérito tiene. Y mucho.

Xavi anda molesto por la escasa valoración de la Liga y el `show' de Negreira

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EFE
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