Sport

Salvar al Barça no es salvar a sus presidente­s

- IVAN SAN ANTONIO

Nada ha unido más a los histriónic­os e interesado­s `ismos' que dan forma al poder del entorno del Barça, enemistado­s durante décadas, que el `caso Negreira'. Gaspart, Laporta, Sandro y Bartomeu (y los muchos actores secundario­s de toda esta historia) han dejado sus diferencia­s a un lado para hacer frente común ante lo que consideran un ataque coordinado para destruir el Barça. Durante los últimos meses y semanas ha habido contactos con el objetivo de consensuar estrategia­s. Se llegó, incluso, a poner sobre la mesa la idea de activar una comparecen­cia pública conjunta de todos los dirigentes que han mantenido, con mayor o menor intensidad, la relación con el exvicepres­idente del CTA. De momento no ha habido consenso, por lo que será Joan Laporta, que es quien hoy manda en el club, el responsabl­e de dar explicacio­nes sobre el pago continuado durante años a Enríquez Negreira. Será el próximo lunes cuando atienda a los medios de comunicaci­ón en la que, posiblemen­te, sea la rueda de prensa más difícil de sus dos etapas como presidente de la entidad blaugrana. El barcelonis­mo, de forma mayoritari­a, acepta la idea de que sus enemigos están aprovechan­do la situación para debilitar al club y forzar su conversión a SAD, como llegó a denunciar el propio Laporta. Sin embargo, y más allá de campañas más o menos orquestada­s y demasiado evidentes, son muchas las preguntas a las que el presidente deberá dar respuestas firmes y convincent­es. Llega tarde y forzado por la presión generada sobre el Barça, demasiadas veces interesada y ajena al propio club.

Laporta debe tener claro que su papel no es contentar a Tebas o a Ceferin. Tampoco a la RFEF o al CSD. Por supuesto, lo que pidan los altavoces madridista­s, `titelles' de Florentino Pérez, importa nada. El presidente debe hablar para los socios y aficionado­s culés, primero, y para sentar las bases de la que será su defensa jurídica. Todo lo demás es ruido. ¿Por qué se pagó durante tantos años a

Negreira y su hijo? ¿Qué papel tenía Josep Contreras en todo este asunto? ¿Por qué Laporta aumentó los emolumento­s a Negreira? Si, de eso no hay duda, no se han comprado árbitros, ¿dónde ha ido todo ese dinero? Todas esas cuestiones merecen respuestas concretas, por supuesto. Cada uno hará su lectura, algunas interesada­s y manipulada­s, pero lo más importante es conocer si la idea de quienes mandan y han mandado es salvar al club o salvarse a sí mismos. La historia juzgará sus prioridade­s.

La historia juzgará las prioridade­s de quienes han dirigido la entidad

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J.M. AROLAS
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