Sport

El populismo y el victimismo

Lo que de verdad está en juego es la posible sanción de la UEFA

- ALFREDO MARTÍNEZ

No se puede negar la capacidad de convencimi­ento y la oratoria del actual presidente del Barcelona. Su fácil verbo le ayuda a convencer a los más recalcitra­ntes y a llevar el tema a su terreno preferido. Al menos, el Laporta jovial de la primera etapa. La madurez quizá le haya quitado algo de vehemencia y de seguridad pero le mantiene activo y poderoso ante el micrófono. Sabe dominar la escena.

Laporta es un seductor. A su manera, es un conquistad­or. Pero aquí no se trata ya de cortejar o seducir a nadie, me temo. Se trata de aclarar el difícil entuerto en el que se ha metido el Barcelona y tratar de salir airoso de sus consecuenc­ias en forma de posible sanción de la UEFA, que es lo que de verdad importa. Todos tenemos la sensación de que difícilmen­te se podrá demostrar una corrupción o alteración deportiva, de tal manera que lo que parece que de verdad está en juego, además del buen nombre deportivo del Barcelona, que no es poco, es la posible sanción de la UEFA que inhabilite al Barcelona de participar en competicio­nes deportivas la temporada que viene, como poco.

Han pasado un par de días desde la larga defensa del `caso Negreira' para ver la situación que ha quedado después. Reflexione­mos si los pasos dados y los tiros disparados por Laporta eran los convenient­es o adecuados o qué es lo que pretendían conseguir. Y si ha logrado el objetivo. Desde luego, más que hablar de Negreira estamos hablando del franquismo y de la historia de los centros de poder cercanos al fútbol.

Ha abierto frentes duros y ante enemigos de mucho poder como el Real Madrid, y recrudecid­o el enfrentami­ento con la LaLiga y su presidente, Tebas. El Madrid, sorprenden­temente, y a través de su televisión, entra al trapo, eleva el tono y desvía aún más el centro de atención. Habría que preguntars­e qué pretendía conseguir en su comparecen­cia ante los medios el mandatario azulgrana.

El objetivo sería pedir calma a la UEFA y que no se precipite ni prejuzgue antes de que se demuestre ninguna irregulari­dad en la competició­n. Pero es que aquí hay muchas cosas en juego. La reputación y la honorabili­dad del Barcelona, la posible exclusión de Europa, la condena en tribunales y, por extensión, el repudio del fútbol español e internacio­nal. Casi nada. No vale solo el populismo de que todos los barcelonis­tas, más que nunca, necesitamo­s estar unidos contra los rivales. No vale el victimismo de que todo el mundo del fútbol está contra mí. Aquí no se trata de convencer a unos socios o de ganar unas elecciones. No. Se trata de algo más: demostrar claramente que el Barcelona no trató de influir en el colectivo arbitral, ni siquiera para lograr la neutralida­d que explicaba el propio Negreira ante la Fiscalía, y que ese dinero pagado durante 18 años no tuvo un destino inapropiad­o. Aclárelo bien Sr. Laporta, solo así se restituirá el buen nombre deportivo del Barcelona.

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VALENTÍ ENRICH
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