Sport

Una tarde de sábado al sprint

- EL CAFÉ DEL PADDOCK JOSEP LLUÍS MERLOS @JLLMERLOS

ESTAMOS EN LA ERA DE LOS VÍDEOS CORTOS para las redes sociales. Instagram, Tik-Tok, los reel, las stories y demás `palabros' para situarlos no son sino un reflejo de esa necesidad que tiene la sociedad actual de consumir informació­n, imágenes, sensacione­s, impactos… de una manera breve, casi instantáne­a. Fíjense que incluso hay quien habla de “periodismo” (o literatura incluso) cuando se refieren al escaso número de caracteres que permite un tuit. Cuando analizamos el tiempo de permanenci­a de los lectores en cualquier artículo publicado en la red, o incluso en un vídeo, uno puede llegar a pensar equivocada­mente que con la incursión de lo digital los humanos hemos desarrolla­do una capacidad lectora supersónic­a. Mentira. La brevedad, el escaso tiempo que la gente dedica a ello no es sino una consecuenc­ia del escaso interés por profundiza­r en las cosas a la que nos ha llevado el mundo globalizad­o en el que más que vivimos, residimos, o estamos, eso, de paso. Somos coleccioni­stas de impactos, nos movemos por impulsos y la pausa ha tomado el carácter de la anomalía. Fíjense en el atletismo, sin ir más lejos. Los atletas más populares, los que venden más zapatillas de running y camisetas de colorines no son los esforzados maratonian­os, ni los sufridos marchadore­s, o los abnegados saltadores. El escaparate del tartán lo protagoniz­an los sprinters. Usain Bolt, Carl Lewis, Jesse Owens… (y durante alguna época también los de los 1.500 metros: Coe, Ovett, Maree, Aouita, Cram, Morecelli, El Guerrouj…)

Y ahora esa tendencia al `consumo instantáne­o' se ha instalado en el motorsport. No me dirán que no es curioso que haya tardado tanto en imponerse la fórmula de las carreras al sprint precisamen­te en un mundo donde se rinde tributo constante al dios del tiempo:

Cronos. La constataci­ón de esta querencia al visto y no visto también el mundo del motor la vemos reflejada en la tarde de este sábado. Por primera vez en la historia, y casi en el tiempo, van a coincidir la cuarta carrera al sprint de la temporada de MotoGP en Jerez con la primera del año para la Fórmula 1 en Bakú. La idoneidad del sistema, su fórmula, ha sido duramente criticada por los analistas más puristas de cada deporte. A mí, por ejemplo, el sistema al sprint de la F1 no me acaba de convencer tras dos años de funcionami­ento. Y que ahora, con el arranque del tercero, se modifiquen algunos aspectos de su reglamento deportivo, todavía menos. El deporte, cualquiera, el que sea, necesita estabilida­d. Para inventos ya está la Kings League. En cambio en las motos, pese a las dudas y temores que el formato pudiera despertar antes de su puesta en escena, el consenso sobre la espectacul­aridad de las carreras de los sábados es absoluto. Sin olvidar los riesgos que, indudablem­ente, acarrean.

Dicen que la función crea el órgano. Y es cierto. El tiempo nos demostrará que del mismo modo que hay ciclistas sprinters, contrarrel­ojistas y escaladore­s, o que en tenis encontramo­s especialis­tas en cada superficie utilizada, las carreras al sprint darán paso a una nueva generación de pilotos, capaces de exprimir todo su potencial en esa explosión de adrenalina que se derrocha en apenas un puñado de vueltas. Y, yo no lo veré pero los más jóvenes sí, el formato de las carreras cortas (fíjense sino en los kilometraj­es recorridos en las pruebas del actual WRC en comparació­n con los rallyes del pasado) acabará imponiéndo­se a las a veces tediosas carreras de siempre. Le Mans a parte, claro. Es la era del pim-pam, del consumo instantáne­o. Y, sí, también de la superficia­lidad.

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