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Rodrygo brinda la Copa

El equipo de Carlo Ancelotti echó mano de su experienci­a en las finales para superar a un rival que plantó cara y nunca tiró la toalla

- FERMÍN DE LA CALLE Sevilla (Enviado Especial)

El delantero volvió a exhibir olfato de gol y una capacidad de resolución única en el área

Vinicius inició las dos jugadas que acabaron en gol y fue el mejor socio sobre el césped de su compatriot­a

Tiene el Madrid un jugador que juega alejado del radar de las cámaras y de las defensas. Un veinteañer­o que vive a la sombra de una estrella como Vinicius Junior, su gran amigo. Y sin embargo, Rodrygo es a día de hoy el jugador más en forma del Real Madrid. Puede marcar goles jugando de Benzema, destrozar defensas disfrazánd­ose de Vinicius o ganar títulos haciendo de sí mismo.

CUADRATURA DEL CÍRCULO En Sevilla Rodrygo le regaló a Carlo Ancelotti la cuadratura del círculo con dos goles que tumbaron a un Osasuna indómito que lo puso todo en el campo: las ganas, el corazón y el fútbol. Pero, como apuntó Ancelotti tras ser derrotado en Anoeta, “en el fútbol lo importante es lo que pasa en el césped”. Y hay el Madrid tiene más pegada arriba. Otro título para los futbolista­s blancos, el tercero de la temporada, y ahora a por Erling Haaland y Pep Guardiola con nada que perder.

NUNCA SE RINDEN El Real Madrid, el equipo que nunca se rinde, se medía a Osasuna, “alma, alma y más alma”, en palabras del añorado Michael Robinson. Para los blancos era la tercer final de la temporada. Para los rojillos, la posibilida­d de ganar el primer título de su historia. El partido. La final. Advertía Jagoba Arrasate que la idea era “mantener el partido vivo lo más posible y hacérselo largo al

Madrid”. Pero Ancelotti apuntaba, en esta lucha de estrategia­s, que había despejado cualquier atisbo de holgazaner­ía en los suyos con un sencillo mensaje: “Por experienci­a sé que cada final puede ser la última. Y eso les he dicho. Que salgan y disfruten porque no saben cuándo jugarán la próxima”. Ante tal argumento no hay coartada posible.

RODRYGO NUNCA FALLA Y el mensaje caló en sus jugadores. Tanto que a los 90 segundos Vinicius le ganó la línea de fondo a Rubén Peña y la puso atrás para que Rodrygo Goes adelantase al Madrid. La primera mandaba a Osasuna a la lona. Como también dijo el italiano tras la derrota inapelable en Anoeta: “El césped siempre dicta sentencia”. El corazón de los pamplonica­s y su gente llevó el partido al área de Courtois, que a los siete minutos ya había hecho tres paradas. Los cinco primeros balones llovidos en el área blanca fueron cabeceados por los atacantes rojillos.

MONCAYOLA SUFRE Ante la baja de Nacho Vidal, y con Vinicius en estado de gracia, apostó Arrasate por un doble lateral en la derecha, pero puso a Moncayola, de naturaleza medular, a tapar al brasileño. Ante de los dos minutos ya estaba señalado por la jugada del gol y antes de los veinte por una tarjeta amarilla. Era obsceno, cada acometida por la izquierda del Madrid marcaba al osasunista. Vinicius se iba en cada control orientado. Pudo llegar el gol en las dos porterías, pero una parada majestuosa de Herrera y una vaselina de Abde que Carvajal sacó cuando iba camino de la red lo impidieron. A la media hora Alaba sacó astillas al larguero rojillo con el partido jugándose en el alambre.

VINICIUS, ENCENDIDO Vinicius, Benzema y Rodrygo parecían los Globertrot­ters ante un corajudo Osasuna que atacaba reciclando los balones robados al Madrid. El partido se tomaba un respiro, en el medio de fragor, pero Vinicius seguía encendido. Un minuto antes

del descanso el brasileño vio la amarilla por protestar volviendo a ponerle al borde del abismo. Y Osasuna se molestó en crear esa situación con un rosario de jugadores encarándos­e con él: David García, Rubén Peña, Sergio Herrera y hasta le señaló el siempre moderado Arrasate. El descanso vino bien a ambos.

EL MADRID SE ACULA No movió pieza Arrasate tras la reanudació­n y el Madrid se aculó alrededor de su área invitando a Osasuna a ir a buscarle. O esa sensación daba. Pero le salió mal. Porque en una pelota cruzada apareció en segunda línea Torró para poner el empate y calentar más el ambiente. El orgullo rojillo parecía que iba a hacer largo el partido al Madrid. Pero solo un cuarto de hora más otra Vinicius, como en el primer gol, ganaba la línea de fondo y la ponía atrás. Disparaba Kroos en primera instancia, tras error en el despeje de David García, pero tapaba el tiro Aridane. Sin embargo, la pelota salía mordida y el más listo, Rodrygo, la empujaba a la red firmando el doblete y volviendo a dar ventaja en el marcador al conjunto blanco. ARREÓN SIN PREMIO El brasileño se empeñaba en el cerrar el círculo de la excelencia de los blancos, ganando todas las competicio­nes en dos años. No se rindió Osasuna, todo alma, que con Chimy Ávila en el campo le metió más colmillo y arriesgó más. Pero Carletto le metió cloroformo con Luka Modric y Eduardo Camavinga barriendo la medular con Fede Valverde.

Lágrimas rojillas que merecieron mayor alegría por todo el entusiasmo que desplegaro­n fuera y dentro del campo, con una afición que empujó hasta el final en un duelo vibrante entre dos equipos que lo dieron todo durante los noventa minutos. Pero el Madrid no juega finales, las gana. Al menos así ha sido en 18 de las últimas 20. ¡Que pase Haaland!

Lucas Torró dio esperanzas a Osasuna logrando el empate desde la frontal con un gran disparo

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//EFE El Madrid celebró en el estadio de La Cartuja su 20ª Copa

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