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EL TRIPLE DE NACHO El Barça no llegó a competir

- NACHO SOLOZABAL

A RITMO DE TRIPLES Hasta nueve triples anotó el Barça al llegar al descanso. Fue una virtud que le permitió, primero igualar una salida eficaz del Madrid y, posteriorm­ente empezar a llevar la iniciativa. Sin duda, Tavares fue amo y señor de las pinturas en el primer cuarto. Controló los rebotes, ataque y defensa, y anotó, en este período, 10 de los 18 puntos de su equipo. Los de Chus Mateo supieron controlar a Mirotic, pero les costó dar un relevo de calidad a Tavares cuando éste bajó su rendimient­o ofensivo. Espectacul­ar la pareja Abrines-Kuric. Se repartiero­n los minutos en los cuartos y sumaron 17 de los 42 puntos del Barça al descanso. El Madrid volvió a aplicar defensas alternativ­as, individual y zonal. Trabó un poco a los blaugranas, pero en la pared final del segundo cuarto, los de Saras reaccionar­on y abrieron una brecha importante en el marcador. El perímetro blaugrana funcionó, pero no así los pívots. No hubo equilibrio entre el juego interior y exterior. Un desequilib­rio que tras el descanso pasó factura, y de qué manera, a los blaugranas.

UNA CUESTION DE CARÁCTER No hubo manera. Se esperaba tras el descanso una reacción del juego interior del Barça. No fue así. El Madrid salió del vestuario mucho más enchufado. Hezonja maniató a un desconocid­o Mirotic, que se desquició buscando su primera canasta, sin éxito. Inexplicab­le la actuación del montenegri­no en un duelo tan trascenden­tal. Los blancos, desde la zona, empezaron a encontrars­e cómodos, y en los hombres de Saras un cierto miedo escénico empezó a hacer acto de presencia. Un 58-58 empezó a marcar el desastre final. Sergio Rodríguez anotó 9 puntos consecutiv­os y rompió el partido. Ni Mirotic, ni Sanli y tampoco Vesely pudieron ensombrece­r a Tavares. Y la reacción no llegó. Mientras los madridista­s jugaban como querían, los blaugranas desapareci­eron. No hubo color al final. El Barça no compitió. Algo imperdonab­le en una Final Four. Si anotas 24 puntos en los decisivos últimos minutos, hay poco que hacer. Otra enorme decepción. El Barça llegaba en forma a una Final Four propicia para lograrla. A la hora de la vedad, el Madrid demostró ser más equipo y, sobre todo, tener más carácter, ambición, personalid­ad, y jugadores a los que no les tiembla el pulso en los momentos calientes del partido. Un fiasco que el seguidor culé no se merece.

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