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Después del escándalo ante el Almería, frente al Leipzig el cuadro blanco volvió a verse ampliamente beneficiado por los trencillas
Últimamente no hay partido del Real Madrid sin que se deba hacer alusión al tema arbitral. Con el famoso partido ante el Almería en el Bernabéu con aquel protagonismo desmedido de Hernández Maeso y Hernández Hernández, ayer en Leipzig el bosnio Peljto volvió a influir en el devenir del encuentro.
Muy pronto, cuando apenas se habían jugado dos minutos en el RB Arena, jugada polémica. Un córner era rechazado de puños por Lunin; en el rechace, Schlager le pegó mordido, pero ese remate se convirtió en una asistencia de oro para Sesko, que anotó el 1-0. Casi al momento, el linier levantó el banderín y señaló fuera de juego.
EL ÁRBITRO DECIDIÓ ANULAR UN GOL DE SESKO PARA EL LEIPZIG AL INTERPRETAR QUE HENRICHS, ADELANTADO, MOLESTABA A LUNIN
NO MOLESTA A LUNIN En la repetición se veía claramente como había dos jugadores por detrás del delantero del cuadro alemán, por lo que el gol era legal. Pero se decidió anularlo porque se interpretó que Henrichs participaba y molestaba a Lunin. Por muchas repeticiones que se vieran, en ninguna era manifiesto que el futbolista alemán incomodara al ucraniano. Incluso Mateu Lahoz en la retransmisión no daba crédito: “Es una locura anular un gol por eso, esto no es fútbol”.
Después de esta decisión tan trascendental, el Leipzig siguió apretando y tuvo varias claras, pero las marró y lo acabó pagando caro. Aún habría varias acciones polémicas más. Por ejemplo, dos cartulinas amarillas perdonadas a Camavinga por dos entradas duras para parar sendos contragolpes del Leipzig. Cabe recordar que el galo era el único jugador apercibido en el Madrid y se hubiera perdido el choque de vuelta. Otra batalla se libró en el costado izquierdo del ataque teutón entre Xavi Simons y Dani Carvajal. El madridista se empleó en varias ocasiones con excesiva dureza. En una en concreto realizó una entrada a destiempo y Peljto no señaló ni falta. En la repetición se veía como sí impactaba al ex del FC Barcelona. Y, para más inri, después de la acción fue a recriminarle por hacer teatro. Ahí se engancharon, por cierto, Rose y Ancelotti por no tirar el balón fuera tras quedarse tendido el jugador neerlandés en el césped.