Los pequeños detalles y el lastre de los tiros libres
Como siempre en las finales, los pequeños detalles suelen decantar la balanza. Pues bien, hay uno que lleva lastrando al Barça toda la temporada y al que nadie pone remedio: los tiros libres.
En una final pareja hasta el último cuarto, el habitual desacierto azulgrana desde los 4,60 metros con 7/13 contrastó con el 21/24 blanca. Y eso es una gota malaya que va haciendo mella. Dos más unos que se quedan en dos, series de dos en las que se va uno al limbo... y enfrente solo tres fallos con siete lanzadores.
El vigente campeón de la Euroliga tenía un agujero en el base y lo ha solucionado recuperando a uno de los mejores directores de juego fuera de la NBA, Facundo Campazzo. La columna blanca estaba formada, con los roles muy claros. Tavares es un coloso bajo los aros y hace mejor a
Poirier, Musa es un anotador compulsivo, Hezonja ha aceptado por fin un rol y el gen ganador de los Llull, Rudy y el ‘Chacho’ hacen el resto pese a que se acumulan los años. “Perder tendrá consecuencias”, se arrogaba Laporta mientras desmantelaba el equipo por razones económicas. Los recortes se llevaron por delante a Mirotic y a Jasikevicius en lo que parecía el fin del mundo, pero Grimau ha callado bastantes bocas y el Barça va segundo en Europa.
No hay que rasgarse las vestiduras. El Madrid es mejor equipo, tiene más jugadores determinantes, más fondo de armario y un proyecto más asentado al ser el ‘Mateísmo’ la continuidad del ‘Lasismo’. Además, tal y como denunció Lapro y amagó Grimau, el arbitraje no fue bueno. Dejémoslo así. ¿Será capaz Ricky Rubio de liderar ese paso adelante para ganar títulos? Es el gran reto del equipo a la espera de que el genio de El Masnou regrese al baloncesto con España.