Sport

Vivir en el caos

- CARME BARCELÓ

ANápoles la odias o la amas. Me censo en el segundo grupo, yo confieso. Intento que no pasen más de dos años sin volver a pisar calles poco conocidas por los turistas, bares preñados de seres que te atrapan de dudosa reputación, restaurant­es con tan mala apariencia como extraordin­aria calidad en sus guisos, locura automovilí­stica y mucho peor si decides subirte a una moto con un conductor marca de la casa (sin leyes, empezando por la ausencia de casco), pasión por lo que está en el cielo y que allí parece mucho más cercano a todo lo terrenal, pleno de oraciones paganas, gritos y una sensación permanente de vivir al límite del bien pero, sobre todo, del mal. A Nápoles la odias o la amas si parte de ti se abraza al caos, a la belleza y al amor desacomple­jado por todo lo que te hace sentir que estás vivo. Aunque sea en la mala vida. Una locura permanente que, quien esto firma, sería incapaz de digerir a diario pero que necesita ingerir cada cierto tiempo.

Tanto el Barça como el Napoli parecen respirar el mismo aire. Lejos del orden, del control y del método, el equipo italiano estrena entrenador a veinticuat­ro horas de enfrentars­e a los azulgrana. Tercer técnico de la temporada, Calzona debuta esta noche en casa ante los de Xavi y cualquier lectura es posible. Como la ciudad. Como su ADN irrepetibl­e. Como ese ir y venir poco ortodoxo que la caracteriz­a. ¿Es positivo para el FC Barcelona? Lo que está muy claro es que ésta es una oportunida­d única para renacer en pleno caos. En el seno del equipo, las sensacione­s son buenas pero nadie se atreve a verbalizar­las. El Barça saldrá apostando por la veteranía de los que ya están curtidos en estas lides y con la juventud y desparpajo de los Lamine Yamal o Cubarsí a los que la mochila les pesa tan poco como el aire. Y más si saben que se mueven en un contexto de desorden. Son más culés que el escudo y la vida les ha regalado un debut temprano con toda la carga que ello comporta. Cuentan con el apoyo absoluto del barcelonis­mo y esa es la inyección que suman a la responsabi­lidad. Si hoy está usted, lector, en la ciudad que rinde tributo permanente a Maradona, al fútbol, al mar, a lo sagrado y a lo profano, viva el momento. El que le regalarán antes del partido y el que disfrutará o sufrirá después. Agárrese a este sorteo que le ha deparado al Barça una oportunida­d de oro para acceder a los cuartos de final de la Champions. Agárrese a lo intangible y, aunque el equipo no va sobrado de pasión ni de líderes, imagínese que Gavi está en el césped, que Gündogan tiene su noche, que a

Lewandowsk­i le pica el currículum, que Frenkie de Jong no piensa en la caja que van a hacer con su salida y que, aún cuando el escenario es altamente peligroso, vivir en el caos te es favorable. Dos campeones de Liga y de la Serie A venidos a menos se enfrentan esta noche. Que Dios nos coja confesados.

Barça y Nápoles respiran el mismo aire, lejos del orden, control y del método

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