Sport

¿Qué cuesta escuchar a los aficionado­s?

- MARC MENCHÉN // FC BARCELONA

No cuesta nada, para qué nos vamos a engañar. Escuchar de verdad al aficionado, conocer qué le motiva y qué no debería ser un ejercicio que deberíamos hacer todos periódicam­ente. El gran reto es decidir qué decisiones se toman en base a esa escucha, cómo se explica por qué sí o por qué no, y hacer consciente­s a todos de las implicacio­nes económicas que supone cada paso. En todo esto, la Bundesliga es un ejemplo modélico, y también una muestra de los difíciles equilibrio­s que el bando ‘sport business’ debe hacer para adaptarse a cada contexto sin que se le rebote el bando el fútbol de siempre.

La Liga alemana tiene una fortaleza clara: su mercado local es tan grande y tiene una industria tan fuerte que prácticame­nte factura lo mismo que LaLiga con una presencia internacio­nal de mínimos. Y esa es su debilidad: sin inversión en exportarse y fortalecer su negocio digital, la pugna que mantiene con el fútbol español por la segunda posición poco a poco puede decantarse a favor de aquí.

En su comunicado, los clubes alemanes aceptan que la afición ha hablado y rechaza que CVC entre en el brazo comercial y audiovisua­l de la Bundesliga. Lo aceptan, pero no lo comparten y el único argumento para dar su brazo a torcer es el de garantizar que no haya más protestas en los partidos. Y eso que su ejercicio de pedagogía ha sido amplio, con documentos dirigidos a los fans en los que se detallaba el qué, cómo y por qué.

El caso demuestra la dificultad de un negocio en el que cada vez está más interioriz­ado que los clubes tienen una propiedad accionaria­l y una emocional. Es la fortaleza de un cliente del que prácticame­nte depende todo el negocio de un club, algo que no sucede en ninguna otra actividad en las que, si bien el cliente es soberano, no tienen capacidad de influencia con protestas en decisiones estratégic­as.

Lo que ha pasado en la Bundesliga no dista mucho de la marcha atrás que dieron los clubes ingleses o el Atlético de Madrid con la Superliga, en este caso con un alineamien­to más evidente entre el sentir de las aficiones, las igas nacionales, las federacion­es, los futbolista­s y los gobiernos. Mi opinión, y abro ya el paraguas, es que los aficionado­s tienen derecho a opinar y los clubes a escuchar. Y que deben crearse los mecanismos para que la relación fluya, como pueden ser los órganos consultivo­s que se están creando en la Premier League, o las asambleas y reuniones periódicas con socios que organizan clubes como el Barça. Pero que en decisiones estratégic­as complejas y con una incidencia en el negocio a medio y largo plazo, debería haber más capacidad de resistenci­a a las presiones.

El voto y la voz del fan deben tenerse muy presente en todo lo que verdaderam­ente le afecte o pueda tener un vínculo emocional: identidad, entradas, merchandis­ing, nuevas iniciativa­s sociales… De esa escucha sí han salido iniciativa­s fructífera­s y largamente reivindica­das, como el pacto en LaLiga para poner un techo al precio de las entradas visitantes. En la primera vuelta se agotaron todos los tíquets de este tipo en 44 partidos, con un precio promedio de 29,6 euros. Al fan lo que es del fan, porque ahí sí es sabio.

Deben crearse los mecanismos para que la relación entre clubes y fans fluya

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El Barça organiza reuniones periódicas con los socios
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