Sport

Corremos el riesgo de cargarnos el fútbol

- ERNEST FOLCH

La Liga española baja por una pendiente cada vez más peligrosa. Los protagonis­tas ya no son los futbolista­s, ni los goles, ni algunos partidos extraordin­arios que estamos viviendo. Las auténticas estrellas involuntar­ias de este campeonato son los árbitros. O, mejor dicho, el show descontrol­ado que se genera alrededor de sus errores, o simplement­e de sus presuntos errores. El último escándalo mundial en la liga de los escándalos es la presunta anulación de un gol del Real Madrid en Mestalla en el último segundo, pero en realidad no es ni siquiera un gol anulado puesto que el árbitro no solo ya había pitado el final del partido sino que además los jugadores del Valencia ya se habían relajado consciente­s de que el balón ya no estaba en juego. Ni siquiera hay lugar para la polémica. La posterior expulsión de

Bellingham, otro presunto agravio planetario, fue en realidad totalmente justa teniendo en cuenta la actitud agresiva y descontrol­ada del jugador. A pesar del ruido insoportab­le, la realidad es que Gil Manzano tomó en Mestalla las decisiones correctas. Pues bien: a pesar de haber realizado un buen arbitraje, se ha fabricado el relato de que en Mestalla el Real Madrid fue atracado, y será este relato el que condenará a Gil Manzano a un previsible e injusto ostracismo. Y es que la cuestión de fondo no son los errores arbitrales ni la desastrosa gestión del VAR, que en lugar de mitigar las polémicas, todavía las ha engrandeci­do más. Los árbitros deben mejorar mucho, las líneas del fuera de juego tendrían que ser científica­s y no cutres como hasta ahora, y el VAR debería añadir claridad y no confusión a las decisiones, pero la auténtica cuestión de fondo es que los arbitrajes se han convertido en la mejor arma para tapar o justificar los problemas deportivos de algunos equipos. No es ninguna casualidad que el presunto escándalo de Mestalla estalle cuando el Real Madrid atraviesa su peor racha en LaLiga, como no es ninguna casualidad que Laporta y Xavi hablasen de “liga adulterada” cuando el Barça pasaba por su peor momento de juego, con el entrenador dimitiendo en diferido. Tras el berrinche en Valencia, el Real Madrid ha empezado a filtrar su enorme malestar con la única finalidad de influir sobre los siguientes arbitrajes. El resultado de este ambiente cada vez más enrarecido es que un auténtico partidazo como el que vivimos en Mestalla, con un justo empate a 2 goles, ha quedado sepultado bajo el alud de un presunto escándalo arbitral. Y esta es la constante de cada jornada, donde los partidos se han convertido en redes sociales en una sucesión de ‘frames’ en los que cada imagen es comparada con otra foto de algún otro partido para intentar probar una conspiraci­ón arbitral judeomasón­ica que ayude a tapar los males de este o aquel equipo. Está claro que, pase lo que pase, gane quien gane, está Liga será recordada para siempre como la Liga de los árbitros, los auténticos protagonis­tas de cada jornada. Quizás deberíamos empezar a preguntarn­os si la bola de la polémica arbitral, hinchada a menudo artificial­mente, no se ha hecho ya demasiado grande. Corremos el riesgo de cargarnos este invento llamado fútbol

Tras el berrinche en Valencia, el Madrid filtra su enorme malestar para influir sobre los siguientes arbitrajes

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EFE
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