Sport

Vivir encerrado

- LLUÍS CARRASCO

Apuntar hacia la prensa en los momentos de dificultad se está convirtien­do en una práctica habitual que me parece no solo facilona y banal, sino un poco caricature­sca y peligrosa.

Xavi Hernández, hace ya unas semanas, hablaba de cómo las opiniones del entorno estaban afectando el rendimient­o de la plantilla y cómo una ola de negativida­d estaba perjudican­do el proyecto del primer equipo. Más tarde fue uno de los capitanes, Frenkie de Jong, que en vísperas de un partido del todo trascenden­tal solicitó presencia en rueda de prensa para lanzar un alegato público donde textualmen­te advertía: “Me estoy irritando un poco y estoy cabreado”, en una extraña postura de un futbolista respecto a otros profesiona­les también del mundo del futbol, en este caso periodista­s. Y finalmente, este domingo, Marc-André ter Stegen, sorprendía a propios y extraños al responder de manera un tanto agresiva a mi compañera de batallas Laura Brugués, una periodista que, si por algo se distingue, es por su corrección y elegancia en el ejercicio de la profesión. “Me cuesta no contestar mal en este caso y no me gusta que se hable de este tema”, le soltó el teutón… ¿El crimen de Laura? Preguntar con mesura, en fondo y forma, si al equipo le había faltado ambición…

Señores, ¿y si entre todos ponemos un poco de coherencia? Querido Marc-André, también a mí me cuesta no contestar mal a tu respuesta pública. ¿Te ofende que se pregunte (solamente lo preguntó) que si faltó ambición? El problema no fue la pregunta, el problema era la respuesta que no diste, porque si el equipo no chutó una sola vez entre los tres palos en toda la segunda parte, que no lo hizo, tal vez muy sobrado de ambición no debió de ir y la pregunta era del todo pertinente, ¿no te parece? De Frenkie, a quien naturalmen­te le deseo una rapidísima recuperaci­ón por aprecio y porque necesitare­mos de su innegable talento, aunque a veces se obstine en esconderlo, poco o nada quiero añadir, pero el domingo muchos nos acordamos de su declarada irritación, porque también nosotros los aficionado­s, nos sentimos un poco irritados por no decir indignados. Irritados porque pillamos a un Athetic exhausto y con solo tres titulares de campo, y no les hicimos ni cosquillas. Irritados porque nuestro inmediato rival al título había perdido y tuvimos la posibilida­d de superarlo en la tabla sin conseguirl­o. Irritado porque acabábamos de vivir el ‘show’ de

Gil Manzano, y de ganar nos poníamos a 6 puntos de los blancos. Irritado porque de hacerlo, el viernes, ganando al Mallorca, hubiesen sentido nuestro aliento colocándon­os a solo tres puntos a la espera del devenir de esta caprichosa Liga. Irritado de estar siempre irritado por vivir instalado en la decepción.

Si no se ch utó una sola vez en la segunda parte tal vez muy sobrado de ambición no se debió de ir

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VALENTÍ ENRICH
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