La discreta bulimia del Caníbal
Nunca un Mundial había arrancado con tanta expectación. Para que luego digan que sin Rossi esto iba a ser un muermo. La acertada renovación del vigente campeón -Pecco Bagnaia- por dos años más es el marchamo que certifica que parte de nuevo como favorito. Por la Ducati que lleva, sí, pero porque -seamos respetuosos con él- ha ganado los dos últimos títulos. Me resulta molesto que se ponga en duda la calidad de los pilotos de hoy. La comparación con los del pasado, incluso con los maestros del rodeo de las motos de 2 tiempos, ya no tiene sentido. Esas motos corren mucho, sí. Mucho no: muchísimo. Son estratosféricas y podríamos caer en la trampa de que solo por eso revientan muchos récords en la actualidad. Que la electrónica ayuda, cierto. Que la aerodinámica lo permite, también. Pero encima de la moto va alguien que debe llevarla, y eso no es nada fácil cuando lo que anda en juego no se recupera volviendo a la primera pantalla del juego.
La grandeza de este campeonato, no obstante, está con el punto de humanidad con el que arranca. Con el dilema de saber el nivel con el que se desempeñará
Ahora, este es un Márquez distinto. Indudablemente más precavido, más prudente, más táctico que instintivo
Márquez con la Ducati. Esa es la Excalibur que hay que sacar del yunque de la duda. Si en Italia al de Cervera le denominan ‘El caníbal’ es por algo. Por su insaciable apetito de victoria, por una voracidad sin límites que jamás tiene suficiente con nada. Su pretemporada con el equipo Gresini hay que interpretarla con precauciones.
Marc nunca enseñó muchas cartas habitualmente antes de empezar cualquier campeonato... excepto cuando no ha tenido nada que esconder porque la evidencia era indisimulable.
Ahora, hoy, este es un Márquez distinto. Indudablemente más precavido (la acumulación de sinsabores lo aconseja), más prudente (que no más temeroso), más táctico que instintivo. A la fuerza, probablemente, que la edad y el historial médico dictan. Pero hay que seguir confiando en él. Siempre.