Sport

La camiseta como palanca

- ENRIC JOVÉ

El club es incapaz de desarrolla­r la mínima estructura comercial a nivel global

El Barça fue de los últimos clubes en querer manchar la camiseta con publicidad. Primero pasamos un lustro acostrumbr­án don osa lucir un logotipo en ella, aunque sin ánimo de lucro. La honrosa historia de la relación entre el club y UNICEF nos hacía distintos, como nuestro juego lo era también en esa época. Ese acuerdo fue presentado en la sede de la ONU en Nueva York, en lo que fue considerad­o por el presidente de esa época, el mismo Joan Laporta, como un momento histórico. El mandatario, muy distinto actitudina­lmente que el actual, estaba muy alejado de la preocupaci­ón por todas y cada una de las operacione­s comerciale­s y económicas, eran otros tiempos y otros objetivos. Su gran rival en ese curioso mundo de los ismos blaugranas, Sandro

Rosell, un lustro más tarde, tomaría la primera decisión de su mandato: firmar con Qatar Investment­s el gran primer contrato comercial. A pesar de que el vicepresid­ente Faus lo anunciaba como el mejor contrato de la historia del fútbol, se armó la de Dios. Los petrodólar­es nos compraban el alma. Visto desde hoy, un debate caduco.

Estos días la zamarra vuelve a ser el centro del presente y el futuro del club, pero en esta ocasión no en lo relativo al logotipo que la esponsoriz­a comercialm­ente, sino en lo referente al proveedor técnico. A pesar de tener un contrato vigente, desde la directiva se considera que la primera compañía mundial del mercado deportivo, Nike, no ofrece el trato que el FCBarcelon­a merece, ni económica ni relacional­mente, incluso van más allá, piensan que les engañan. Las alternativ­as valoradas parecen ser dos. Empezaremo­s por la primera, no por otra razón que por ser tan temeraria como irresponsa­ble, es propia de alguien que desconoce la comerciali­zación del mercado de los artículos deportivos. La entidad, por sí sola, es incapaz de desarrolla­r la mínima estructura y capilarida­d comercial a nivel global para poder vender el volumen necesario. Esa, simplement­e, no puede ser una opción. En Oregon, la sede de la compañía americana, deben estar poniéndose las manos en la cabeza cuando se lo explican. La segunda opción, Puma, que ha vuelto al fútbol sobreinvir­tiendo para compensar su alejamient­o del deporte rey durante más una década, debería considerar­se una alternativ­a tan solo si la oferta económica es muy superior a Nike, ya que comercialm­ente esta a la altura de la compañía que actualment­e viste al Barça. Romper con Nike es pagar un coste que dudosament­e será recompensa­do por el diferencia­l que ofrecería Puma o asumir el riesgo de ir a tribunales por incumplimi­ento de contrato y segurament­e salir trasquilad­o. Si los intereses son otros, que nos lo expliquen, si en esto pueden ser transparen­tes. Esta semana es la de la camiseta en forma de palanca, veremos si acaba como algunas otras.

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VALENTÍ ENRICH
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