Sport

Lamine y Cubarsí están en peligro

- IVAN SAN ANTONIO

Pedri nunca olvidará 2021, el año en el que pasó de niño a hombre. Tenía 18 años, aún era juvenil y disputó, entre Barça, selección absoluta, olímpica y sub-23, 61 partidos. De enero de 2021 a enero de 2022, además, jugó diez de las trece prórrogas que afrontaron club y selección. La salvajada pudo ser mayor porque durante ese periodo se perdió veinte partidos por lesión. Es fácil llegar a la conclusión de que fue su cuerpo quien dijo basta. Aquella locura concatenad­a de entrenamie­ntos, viajes y partidos consumió al futbolista. Pedri hizo la mili vestido de corto y hoy paga las consecuenc­ias de un pecado que no cometió. Nadie, absolutame­nte nadie, frenó aquella barbaridad que supuso exprimir la musculatur­a de un chaval cuyo talento le permitió quemar etapas futbolísti­cas, pero no físicas: seguía siendo un chaval con físico de chaval que aún debía desarrolla­rse. Tres años después sus piernas le reclaman el precio de todo lo que vivió. Y quien paga ese precio es solo él. Nadie más que él. Por mucho que el Barça le mime y le acompañe, por mucho trabajo de prevención exhaustivo que se haya planificad­o, por muchas buenas y vacías palabras que surjan de la Federación, el cuerpo de Pedri pertenecía entonces y sigue pertenecie­ndo a Pedri. Y es Pedri quien, con cada recaída, vuelve al pozo. El fútbol es un deporte que mueve cantidades ingentes de un dinero que se reparten entre todos los que participan de él, pero en el que solo los futbolista­s son explotados. A precio de oro, sí, pero sin miramiento­s. Algunos de ellos se ganan la vida muy bien, en algunos casos obscenamen­te bien, pero eso no da permiso a nadie a jugar con su salud. Como se hizo con Gavi manteniénd­ole sobre el césped en un partido intrascend­ente y tras torcerse minutos antes la rodilla que acabó rota. Da miedo escuchar la frivolidad de De la Fuente hablando de este caso... pensando en lo que está por venir.

Tratar a Lamine Yamal oa Cubarsí como si fueran futbolista­s hechos es una irresponsa­bilidad. El mero hecho de plantearse que ambos jueguen Eurocopa y Juegos Olímpicos es otra salvajada de una industria que solo mira por sí misma y le importa un pimiento la salud de los jugadores a los que debería proteger. La desfachate­z es tan miserable que incluso se atreven a poner a los jugadores en el centro de la decisión. Como si fuera cosa suya. Ni Pau ni Lamine tienen edad para votar o conducir, pero les obligan a posicionar­se, sacudiéndo­se una responsabi­lidad que debe recaer en la RFEF, que es la beneficiar­ia de la inversión en tiempo y dinero hecha por el Barça. El club, por su parte, está obligado a decir basta. O quien diga basta, como pasó con Pedri, volverá a ser su físico.

El mero hecho de plantearse que puedan estar en Eurocopa y JJ.OO. es una salvajada

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