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UN DEBUT POR PELOTAS

El de Sant Pere de Vilamajor cumplió ante el Atlético un sueño que perseguía desde que llegó al club en 2016, cuando era Infantil de segundo año

- TONI JUANMARTÍ

El de Marc Casadó es el triunfo de la perseveran­cia, de la paciencia. El de Sant Pere de Vilamajor entró este domingo en la historia del club al debutar en Liga frente al Atlético, un sueño que perseguía desde 2016, cuando fichó por el Barça con tan solo 13 años. Mientras otros acortaban plazos, para Marc siempre había dos curvas más. Ahora que coronó el puerto de primera categoría, su objetivo es el más difícil todavía: disponer de una oportunida­d para demostrarl­e al club que se le debe tener en cuenta en los planes para el pivote defensivo, donde se mantiene un gran casting abierto desde la marcha de Sergio Busquets.

Casadó se estrenó en Champions el curso pasado y en el presente ha disputado dos envites más en Europa, frente a Shakhtar y Amberes. Sin embargo, sus primeros minutos en el campeonato doméstico se le han resistido más de lo esperado. Capitán del Barça Atlètic pero instalado en la dinámica de entrenamie­ntos de Xavi desde hace muchos meses, Marc ha necesitado hasta 25 convocator­ias antes de por fin saborear la gloria. Nadie le ha regalado nada. En los últimos meses, la lista de potenciale­s fichajes en el mediocentr­o defensivo se ha convertido en infinita. Han sonado jugadores de todo tipo y de nacionalid­ades diversas, pero no Marc Casadó, que por momentos ha parecido invisible. Teniendo en cuenta el difícil momento de las arcas del Barça, sorprende que al vallesano no se le haya dado al menos una bala para entregar su currículum. Conoce la casa, el entorno, el estilo de juego y, por encima de todo, es culé. ¿Por qué no atreverse con él como se atrevió Aureli Altimira en su día?

En 2016, cuando Marc era infantil de primer año en la Damm, el Barça lo tenía en el radar. Se montó un amistoso para poder verle

aún más de cerca, y ahí el joven Casadó ‘enamoró’ a los captadores culés. “Nosotros presionába­mos muy arriba, pero Marc se colocó al lado del portero y salió jugando desde ahí con una tranquilid­ad abrumadora. Tenía sangre fría para salir de situacione­s complicada­s. Y eso era lo que buscábamos”, relata Altimira. Su padre, Albert, sabía que aquel encuentro era clave para mover el pulgar arriba o hacia abajo. “Antes de jugar le puse presión, quería saber cómo respondía bajo presión. Le dije que si lo hacía bien, se iba al Barça. Y aunque falló un penalti, Marc hizo un partidazo”, comparte su progenitor. Tan claro lo tenía el club azulgrana con el vallesano que incluso le prometiero­n adelantar a Xavi Simons a la posición de interior para librerar el pivote.

“CUIDAR LA PELOTA” Hoy, el capitán del Barça ‘B’ es elogiado por su intensidad y labores defensivas, pero no hay que menospreci­ar su efectivida­d y sencillez con el cuero. Marc siempre ha tenido un buen trato de balón, especialme­nte desde los cinco años. “Josep Antoni Galera, entrenador suyo en un campus de verano, le dijo: ‘Tienes que cuidar la pelota, tienes que dormir con ella’. Marc se lo tomó tan literal que se tiró un tiempo durmiendo con cuatro o cinco balones en la cama. Entrabas en su habitación y aquello era un desastre”, recuerda su padre entre risas.

Poco después de aquel episodio, Casadó pisaría el Camp Nou por primera vez. Fue en febrero de 2009 en un Barça-Sporting. Tan brutal fue su emoción al ver el césped que se quedó de piedra, sin poder articular palabra. Quizá se imaginó

MARC NECESITÓ 25 CONVOCATOR­IAS ANTES DE, POR FIN, SABOREAR LA GLORIA DEL DEBUT. NADIE LE HA REGALADO NADA

jugando ahí algún día, algo que es difícil pero no imposible. “Solo hay que ponerle y que tenga continuida­d. Encaja perfectame­nte en el Barça, no sé si como titular, pero seguro que puede ser de mucha utilidad para la plantilla”, asegura Altimira, que destaca del centrocamp­ista su capacidad de liderazgo. “Es un poco el entrenador en el campo”, añade.

ADN GANADOR Quienes conocen bien a Casadó recalcan su carácter competitiv­o. “Es alguien al que no le vas a tomar nunca el pelo”, cuenta Audi, uno de sus mejores amigos. La vida de Marc ha cambiado en poco tiempo, pero no su grupo más cercano. Ni siquiera han cambiado sus costumbres. Cuando puede, Casadó se deja caer por Sant Pere de Vilamajor, donde es uno más tomando café o cacaolat en los bares del pueblo. Cada uno tiene sus cosas y ahora cuesta más verse con frecuencia. Antes, a la mínima que había ocasión la pandilla desconecta­ba en una casa en la montaña, donde se divertían jugando a cartas. Al mentiroso, concretame­nte. Desde el avión, todavía en Madrid la noche de su estreno liguero, Marc llamó a varios de sus familiares, a los que transmitió que para nada se había puesto nervioso antes de saltar al césped del Metropolit­ano. Ha sido demasiado tiempo de espera como para titubear en el momento de la verdad. En este tramo final de campeonato está por ver si Marc tiene algo más de ocho minutos para intentar reivindica­rse. Su contrato acaba en junio y el club puede extenderlo unilateral­mente un año más, aunque solo se hará si las dos partes ven sentido a seguir de la mano.

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// SPORT / VALENTÍ ENRICH / FCB Imágenes de la trayectori­a de Marc Casadó
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