Sport

Único, de verdad

- ENRIC JOVÉ

El sábado, en Sevilla, una gran pancarta definía al Athletic Club como único en el mundo en inglés, para explicar su valor diferencia­l. Primero el mundo se globalizó, después lo hizo el fútbol. En la ribera del Nervión eso no sucedió. En un inicio, con la ley Bosman, los equipos dejaron de estar mayoritari­amente representa­ndos por los jugadores nacionales para tener vestuarios representa­tivos de las Naciones Unidas. Posteriorm­ente fue el capital que accedió a controlar buena parte de los equipos de la Liga. En ambos casos no hubo ninguna reacción a esos cambios en Bilbao. En el Palacio de Ibaigane, la sede institucio­nal del Athletic Club, directiva tras directiva defendiero­n los orígenes y las raíces de la entidad: competir sí, pero con los nuestros. Los otros equipos vascos cayeron en la tentación, creyeron que para competir debían romper con esa tradición histórica.

En Bilbao se mantienen fieles a sus principios, la razón se la ha dado el fútbol cuarenta años más tarde con una Copa del Rey. Competir con jugadores vascos y navarros no es complejo, es lo siguiente, es partir desde el inicio con un gran hándicap deportivo, por mucha inversión y buena gestión de la cantera que realices. Dicen que el tiempo da o quita razones, los bilbaínos no la desean tener, pero quieren mantener su idiosincra­sia cultural. Obviamente con aspectos tan curiosos como que unos hermanos, de piel negra, inmigrante­s de primera generación con unos padres ghaneses que saltaron la valla en Melilla, nacidos en Bilbao y Pamplona tan solo unos meses después de que sus progenitor­es llegaran a la península, estén entre sus mejores jugadores. Qué gran partido de Nico Williams. Esa casualidad es tan solo eso, nada más. El resto es respeto a la tradición, a los orígenes del club, a una institució­n de esas que representa­n la máxima confrontac­ión al modelo de esa Superliga estancada hace meses.

Los vascos son los galos del fútbol, el deporte rey cuando llega a San Mamés no puede cambiarles. No retornarem­os al origen, pero no cabe ninguna duda de que su ejemplo es bonito en el deporte. Segurament­e la Copa es la única competició­n en la que podrán seguir alzando títulos en el futuro, porque el torneo del KO permite ese tipo de asincronía en el balompié actual que le hace depender menos de la regularida­d y la estadístic­a. Suerte en los cruces, partidos claves en casa y una plantilla que considera que es su competició­n y muere por ella, como el sábado sucedió, remontando un partido complejo a vida o muerte. Esa victoria ha sido celebrada en muchos lugares más allá del Pais Vasco porque emociona que el fútbol siga creyendo en que puede ser distinto. El Athletic lo ha hecho compitiend­o además con una plantilla joven, que no solo mantiene el carácter típicament­e luchador y aguerrido del conjunto rojiblanco de siempre, sino que lo hace con talento que juega un fútbol moderno y de buen toque, según la pizarra de un entrenador, también, vasco.

El Athletic Club, con su filosofía, puede considerar­se como los galos del fútbol

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EFE
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