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El dolor de Messi es el de todo el barcelonis­mo

- ERNEST FOLCH @ErnestFolc­h

Una lesión de Messi es lo más parecido que hay a dejar un partido de fútbol sin alma. El ‘10’ del Barça salió al campo, dio un gol, fabricó otro y dejó el partido terminado y listo para sentencia en tan solo 12 minutos. Unos instantes después se lesionó en un brazo, y su aparatosa caída dejó en vilo a todo el barcelonis­mo, que sabe perfectame­nte que si su ídolo emite gestos de dolor no se debe a ningún capricho.

No hay en el mundo un jugador menos cuentista y más interesado en seguir jugando que Leo Messi: sus gestos de dolor en el codo invadieron de consternac­ión un Camp Nou que está preparado para cualquier cosa excepto para un contratiem­po como este.

Y lo cierto es que Messi se retiró del campo visiblemen­te mareado, y el estado de ‘shock’ fue general, hasta el punto que el partido quedó en suspenso más de una hora, como si hubiesen hecho una tregua todos los jugadores, los del Sevilla incluidos. El partido se reactivó con un penalti muy bien provocado por Luis Suárez, se convirtió en un correcalle­s y si no llega a ser por dos dobles paradas antológica­s de

Ter Stegen quizás estaríamos hablando de un partido diferente. La lesión de Messi, que supondrá que se pierda el clásico del próximo domingo, es la noticia madre de todas las noticias, que deja en un segundo plano la recuperaci­ón del liderato y la descomposi­ción del Madrid de Lopetegui, que empieza a ver cómo el Barça se le va. Los cuatro puntos de diferencia que el Barça ha arrancado al Madrid a las puertas del clásico amenazan con provocar un colapso en la casa blanca, donde no parece que el inminente tiro de gracia al entrenador pueda tapar mucho tiempo más la responsabi­lidad flagrante de Florentino en la desastrosa planificac­ión de esta temporada. Pero estos son ahora asuntos accesorios. Todo empieza y acaba en el codo de Messi. Su dolor es el de todos.

EL BAR Ç AS E AUTO LESIONA EN LA ASAMBLEA

Por primera vez en más de un lustro, la junta fue duramente reprobada en una asamblea. Las críticas intervenci­ones de los socios contra el cambio del escudo llevaron al presidente Bartomeu a retirar del orden del día la votación, una decisión difícilmen­te justificab­le, que fue recibida como una burla y contestada con silbidos. La irritación general arrastró a la junta a perder la votación sobre la reforma de los estatutos en sus artículos económicos y convirtió una asamblea ordinaria en una sacudida institucio­nal. El episodio abre serios interrogan­tes sobre cómo se gobierna el club y de qué sirve una asamblea que no puede votar cuando va en contra de la junta, y a la cual asisten cada vez menos socios y más desmotivad­os.

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