Sport

El ‘caníbal’ de las motos

Marc Márquez nació en 1993, como indica su dorsal. Talento precoz, aterrizó en el Mundial con 15 años y ya atesoraba las mismas armas que le han hecho grande en el Mundial: valentía, ambición, descaro y una personalid­ad desbordant­e

- LAURA LóPEZ ALBIAC

El 17 de febrero de 1993 nacía en Lleida un futuro campeón. Era el primogénit­o de Roser y Julià, que se instalaron en una adosada en Cervera y le inculcaron desde muy pequeño su pasión por la velocidad. Con cuatro años, Marc Márquez le pidió una moto a los Reyes Magos, con dos ruedecitas para no perder el equilibrio. Iba con su padre a una explanada para perfeccion­ar su estilo. Tiempo después su hermano Àlex, tres años menor, se sumaría a la ‘fiesta’. Los pequeños Márquez se picaban. Y así siguen a día de hoy en su rutina de entrenamie­nto. No en los circuitos, porque compiten en distintas categorías. “Todo llegará”, vaticinan.

TALENTO IMPARABLE A los cinco años, Marc debutó en competició­n en enduro. En 1999, su padre le compró una KTM 50 de segunda mano, con la que se estrenó en motocross. En 2000, consiguió ser subcampeón de Catalunya de esta modalidad, que ganó al año siguiente. La Federación Catalana lanzó entonces la Copa Conti, una prueba de promoción que incluía moto, casco, mono, guantes, botas y licencia. Así, Marc pudo probar suerte en el asfalto. Dio el salto a los circuitos grandes en el marco del Open RACC 50 y se proclamó campeón en 2003 con una autoridad aplastante. Pasó a formar parte del equipo RACC Impala de 125cc, junto a Pol Espargaró, y un año más tarde, el equipo se reestructu­ró como RACC CajaMadrid, con mecánicos de Monlau. Así conoció a un personaje clave en su carrera, Emilio Alzamora, campeón del mundo en 1999, que se convirtió en su manager y guió una trayectori­a deportiva que ha acabado por superar todas las expectativ­as. En 2008, con 15 años, Márquez desembarcó en el Mundial de 125 cc con los colores del Repsol KTM y las mismas armas que atesora hoy día: talento, valentía, ambición sin límites y una personalid­ad desbordant­e. En su sexta carrera, en Inglaterra, se convirtió en el segundo piloto más joven de la historia (y primer español) en subir a un podio mundialist­a (3º). En Mugello 2010 firmó su primera victoria, camino de su primer título, con Ajo Motorsport y Derbi.

DE ESTORIL AL ESTRELLATO Era su tercera temporada en el ‘gran circo’. En Estoril, Marc Márquez maravilló al mundo con una actuación digna del mejor guión de Hollywood: carrera interrumpi­da por la lluvia, caída en la vuelta de parrilla, reparación ‘in extremis’ con mecánicos de otros equipos volcados en su moto, salida desde la última posición, remontada soberbia, y finalmente, épica victoria. Ha llovido mucho desde entonces, pero Márquez no ha cambiado su peculiar filosofía. Inteligent­e y calculador, Marc supo gestionar su eclosión deportiva. No es partidario de quemar etapas y prefirió aprender dos años en Moto2 antes de dar el salto a MotoGP. Y eso que en su primer año ya estuvo a punto de ser campeón de la cilindrada intermedia. Una grave lesión ocular le hizo dudar de si volvería a pilotar. Arropado por su clan, -familia, manager, ingenieros y mecánicos, a los que sigue fiel-, logró superar el paréntesis más difícil de su vida, seis meses en dique seco. Volvió más fuerte para llevarse el título de Moto2 en 2012 y cerrar su paso a MotoGP con el mejor equipo de la categoría, el Repsol Honda. En 2013 fue ‘llegar y besar el santo’. Márquez se convirtió en el campeón más joven de la historia en la clase reina a los 20 años y 266 días. Superó a Freddie Spencer. Cinco años después ha igualado a Doohan.

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