MUCHO MÁS QUE UN RETO DEPORTIVO
UN GRANITO DE ARENA PARA UNA BUENA CAUSA
Apenas han pasado unos días desde que llegué de mi quinta Titan Desert. Una prueba épica y cargada de aprendizajes, más allá de los deportivos. Siempre digo que lo más potente de un reto de estas características es analizar después todo lo que te ha ofrecido.
Hoy quiero compartir con vosotros algunos de los momentos que viví con el equipo Titanes por la Unidad Cris para que los tengáis en cuenta, siempre que os retéis. Dani Guerrero, Isra Portillo, José Manuel García, Chema Pascual y Antonio Lobato, el popular comentarista de Formula 1, se enfundaron sus maillots dorados (color que representa el cáncer infantil) y decidieron ponerse bajo mi batuta, como mentor deportivo, para luchar por cruzar cada día la línea de meta. Seis etapas en una de las Titan Desert más duras de la historia, según la organización, y en la que nos encontramos de todo un poco. El entrenamiento es imprescindible para algo así, pero además hay que sumar una vitamina extra que todo el equipo lleva, el motivo por el que pedalean: dar visibilidad y concienciar un poco más sobre la importancia de la investigación, gracias a la que el cáncer infantil se puede erradicar. En la Fundación CRIS contra el CANCER, con el doctor Antonio Pérez al frente, trabajan cada día para que los niños y sus familias sonrían eternamente.
LA COMODIDAD INVITA A RETARNOS
Estamos acostumbrados a hábitos de vida que ejecutamos de manera sistemática durante años. Salir de la monotonía y de la comodidad es necesario para seguir generando ilusiones. El motor que nos mueve cada mañana son las metas, los objetivos. Estos pueden ser profesionales, personales, deportivos…pero al fin y al cabo objetivos. Según mi opinión creo que esa es una de las principales causas por la que decidimos afrontar retos como la Titan, por salir de lo habitual y por descubrir otros aspectos de nuestra personalidad que nuestro día a día ya no es capaz de sacar a la luz.
ESCENARIO ESTIMULANTE
Si añadimos un reto que nos haga mantenernos en alerta constantemente, aumentan más aún nuestras ganas de afrontarlo. Pedalear en el desierto del Sáhara no es fácil, son muchos los factores externos que influyen. El calor, la arena, las rocas, los descensos, la altitud del Atlas, el descanso en jaimas a “ras” de suelo… todo nos obliga a prestar una atención extrema, diferente a la que aplicamos en nuestra vida cotidiana. Esto también supone la captación de mayor número de situaciones interesantes que de otro modo no percibiríamos.
SOMOS LO QUE ENTRENAMOS
No hay ninguna duda, no hay secretos. Un reto exigente como la Titan Desert con etapas por encima de los 2.300 m de desnivel acumulado, con distancias superiores a los 100 km y con un descanso diferente al que tenemos en el colchón de nuestros hogares… hace que salga a la luz el trabajo realizado o no realizado previamente. Es muy difícil que alguien sin entrenar obtenga un rendimiento óptimo y que alguien que se ha preparado y cuidado con mimo no rinda. Los milagros no existen, como se suele decir, y la Titan deja al descubierto tu compromiso desde el kilómetro 1.
NO PODEMOS CON TODO
La Titan echa por tierra desde el primer instante los mensajes motivadores que hablan de que no tenemos límites o que nada nos podrá detener. He visto situaciones de pánico en participantes minutos antes de comenzar, capaces de bloquear la musculatura de un deportista o incluso de aumentar sus pulsaciones por encima de lo normal. Este año, el primer día dormimos a 1.600 m de altitud. Todos los miembros del equipo residimos en Madrid y la altitud de la zona centro, dependiendo del lugar, oscila entre los 600 y 700 m, hablamos de más del doble. El cuerpo a mayor altitud consume más y también aparece la deshidratación, incluso en vida sedentaria, sin hacer deporte. En la primera etapa Chema sufrió calambres debido a esto y también a una gripe que arrastraba y que le había producido fiebre. La arena no está hecha para rodar. Pese a todo, sacó fuerzas, no sé de donde, y cruzó la meta cada día. La bici se hunde y si caminas sobre la arena, se mete en tus zapatillas apretando tus dedos con una fuerza tremenda. Ese día también Isra sufrió problemas de estómago a causa de los geles. No quiero decir que no sean buenos o necesarios, pero hay que prescindir lo que podamos de ellos y contrarrestar con alimentos como frutos secos o bocadillos de embutido. Así hicimos el resto de días y todo genial. Hay situaciones con las que no podemos, pero sí que estamos obligados a afrontarlas y también a poner en práctica métodos que nos hagan superarlas.
ABANDONAR NO ESTÁ EN EL VOCABULARIO
La oportunidad de abandonar se presenta constantemente. Todos los participantes llevamos un localizador en nuestras mochilas de hidratación, que posee un botón de res-
cate. La tentación viaja contigo, un simple movimiento de mano puede hacer que tu suplicio termine. El primer abandono es el más complicado, una vez que lo haces la siguiente vez es más fácil arrojar la toalla. Para mí no es lo mismo abandonar que no poder continuar. Agotar todas las posibilidades antes de bajarnos de la bici es necesario. Recuerdo que Dani me dijo “Pasa, si me llevas a meta yo voy contigo, no te preocupes que ni mis llagas, ni mi dolor de manos o de rodilla me lo impedirán”. Dentro de un equipo son muchas las personalidades existentes y es primordial apoyarnos en las fortalezas de unos para solventar las debilidades de otros. La Titan es una carrera que puede hacer que un deportista que vaya bien pase a ir mal en un minuto y viceversa. En un equipo compensado, en el que todos se conocen a la perfección, en función de la situación unos se buscan a otros para encontrar ese apoyo tan necesario.
COMPETIR CONTRA NOSOTROS MISMOS
La clasificación para el equipo no es un objetivo. Claro que nos gusta ver que estamos bien posicionados, pero es secundario. El objetivo es terminar cada día y llegar a la meta final para obtener ese ladrillo de mármol que se otorga a los finisher. No tenemos rivales, bueno sí, nuestros fantasmas, nuestros miedos, también los obstáculos que la carrera nos pone. Chema sufrió alguna avería mecánica durante una etapa, sí, todas el mismo día. Cubierta rajada, rotura de cadena y la desesperación casi se apodera del grupo. En esos momentos competir contra esa situación es lo más importante. No nos importaba que pelotones gigantes de ciclistas nos adelantaran, nos daba igual, nuestra competición no era contra ellos. A José le encanta ser competitivo y sin embargo, estando con dolor en una de sus rodillas, se ofreció para tirar del grupo sin pensar en nada más que en que sus compañeros avanzaran.
LA GENEROSIDAD MARCA LA DIFERENCIA
La Titan Desert te ofrece la posibilidad de ser generoso con los demás. Cada persona decide, pero la oportunidad está ahí. En un año con 600 participantes, es inevitable que encuentres posibilidades de ayudar a alguien. Durante nuestras averías, algunos ciclistas se pararon o preguntaron si todo estaba bien. También nos encontramos a un joven ciclista con calambres, parado en la cuneta con su bici y tumbado. Todo el grupo nos detuvimos, le dimos una pastilla de sales, agua, gominolas con azúcar y le fuimos empujando hasta que se recuperó. Otros participantes nos pedían permiso para ponerse a rueda y viajar más cómodos hasta meta. Me siento orgulloso de estos momentos en los que ningún miembro del equipo dudó de pararse o de ofrecer su estela a otros. Antonio Lobato se adaptó a la perfección al grupo, era la primera vez que afrontaba un reto en equipo y no es fácil. Sin embargo, su generosidad con los demás salió a relucir cuando el viento pegaba lateral y yo necesitaba ayuda en las primeras posiciones para proteger a los demás compañeros.
LO MÁS POTENTE ES LO MÁS INESPERADO
Hay que prestar atención a todo lo que sucede en carrera y alrededor. Puedes vivir un momento que jamás olvidarás en cualquier instante. Pedalear cerca de Christian, al que le falta uno de sus brazos, es un aprendizaje máximo. Algo así no está en los libros, está allí, cuando tú te quejas por las rozaduras que te provoca el sillín y él combate los dolores que le provoca la prótesis en las zonas de baches, entiendes lo que son prioridades reales. Pasar por pueblos humildes y ver a los más pequeños correr a tu lado sonriendo,
descalzos y compartir con ellos gominolas y frutos secos… ahí reside lo más potente del reto, esos son los momentos que debes aprovechar. Recuerdo que tras un pinchazo, un año que estaba disputando la carrera, pude alzar mi cabeza y ver todo esto. Hasta entonces únicamente veía polvo y la cubierta de la bici que me precedía. Hay momentos para todo, pero os recomiendo que no dejéis de vivir esto, no lo olvidaréis jamás.
MEJORAR COMO PERSONA
Todas estas situaciones que se viven en un reto como la Titan Desert, te dan la posibilidad de mejorar algunos aspectos personales. Asumir lo afortunados que somos por abrir un grifo y que salga agua o pensar como nos reciben en los pueblos aún sabiendo que con lo que valen algunas de nuestras bicis podrían solucionar años de vida, te hace reflexionar. Pensar en el grupo y no en uno mismo cada vez que ejecutamos una acción, es algo que el equipo tenía claro. También pensar en otros, como comentábamos, en personas que no conocemos de nada, que no has intercambiado ni una palabra pero que no dudas en ofrecerles todo. Vi a Isra sonreír, bajo la braga que protegía su boca del polvo, al estrechar su mano con la de todos los niños que nos esperaban al paso por sus pueblos. Sonrisas únicas, diferentes. Esto es lo verdaderamente importante de un reto, al menos para mí, y eso intento transmitir a todo el equipo. Dani, Chema, Antonio, Jose e Isra no viven de esto, no tienen ninguna necesidad de pasar penu- rias, como solemos decir. Sin embargo, pedalear por otros, pedalear por la lucha contra el cáncer infatil les aporta una satisfacción personal de valor incalculable.
MOMENTOS QUE NECESITAN SER VIVIDOS
Y lo más importante… todo lo que se vive en una Titan Desert, en un reto deportivo de este tipo, es difícil de explicar, de escribir, de contar. Tanto, que necesita ser vivido y palpado. Hay sensaciones que no se pueden describir y que van más allá de un cosquilleo en el estómago o de la expresión “tengo los pelos de punta”. Hay sensaciones que un reto deportivo te aporta que son eternas, que puedes aplicar a tu día a día, trasladar a los demás y sobre todo que te ayudan a descubrir aspectos insospechados de tu persona. Por ello os invito a que pongáis un reto en vuestras vidas. Que lo preparéis para disfrutarlo, que os pongáis en manos de profesionales como el Club Gregarious y que si lo hacéis por una buena causa, mucho mejor aún. También queremos agradecer a Cris Lavignes, Rafa Lorenzo y María Vicent por inmortalizar esos momentos especiales y por comunicar cada día con todos los altavoces posibles esta hazaña. Si quieres colaborar con la Fundación Cris Contra el Cáncer, visita: