EL DIRECTOR EN EL PUNTO DE MIRA
con los cuádriceps cuando presionas los pedales hacia abajo. Es un trabajo que llamamos concéntrico, cuando el origen y la inserción del músculo se aproximan. En tu incursión por el trail running más o menos la mitad del tiempo realizaste un gran trabajo de tipo excéntrico, esto es, una contracción en la que origen e inserción muscular se alejan, que es lo que ocurre con la zancada cuando el pie aterriza y la rodilla se flexiona frenando tu movimiento. Esto ocurre con cada zancada y se acentúa bestialmente en las bajadas, donde gastas casi toda tu energía en frenar y mantener un ritmo razonable. No te dejas caer a toda la velocidad que te impone la ley de la gravedad, ¿verdad? Años atrás algunos teóricos postularon que las agujetas eran pinchazos de los cristales de lactato que se había formado en los músculos por un esfuerzo excesivo, pero el lactato no cristaliza a las temperaturas que se pueden encontrar en el interior del cuerpo y además en biopsias musculares nadie fue jamás capaz de fotografiar esos famosos cristales. La teoría ya nadie la comparte a nivel científico. Se postula que el dolor se da por las microrroturas de las fibras musculares que ocurren con ejercicios que superan en intensidad o son diferentes a los que tu cuerpo está acostumbrado. Las microrroturas son necesarias para el crecimiento de la fibra, que se reorganiza tras esta rotura preparándose y formando una fibra ligeramente mayor. La prevención total no existe, si te pasas las vas a tener, pero el calentamiento previo, una vuelta a la calma gradual y el estiramiento posterior pueden atenuar su incidencia: un buen calentamiento oxigena previamente el músculo favoreciendo las condiciones de trabajo óptimo y tanto la vuelta a la calma (el mismo ejercicio que estás realizando pero muy suave) como el estiramiento ayudan a eliminar los subproductos de desecho con más rapidez. Aplicar frío en los músculos nada más acabar también puede ser de alivio por el efecto antiinflamatorio de la baja temperatura.