El teleadicto

Como seguro que le pasó a todos mis compañeros de profesión, en su día vi la oscarizada Spotlight –se estrena en breve en Antena 3– con una mezcla de fascinación y de otros sentimientos menos bonitos como la envidia o la frustración. El periodismo de investigación necesita tiempo y recursos, algo de lo que ya no dispone nadie. O casi. La milagrosa excepción ha sido

Malas compañías, el doble monográfico de La Sexta sobre la corrupción en la Comunidad Valenciana hilado a través de los testimonios de implicados en la trama en muchos casos anónimos. En el fondo se ha tratado de un ejercicio de síntesis, de ordenar todas las informaciones que se han dado en los últimos años sobre el tema y de dotar de vida a ese mapa tan negro con las palabras, los silencios y los gestos de quienes lo protagonizaron en primera persona. La influencia de

Salvados, con quien comparte productora, es obvia, sobre todo en el ritmo pausado y en esa estética de cine negro con su punto poético que es marca de la casa. La diferencia también es evidente: Cristina Pardo. Es alucinante cómo la ‘mano derecha’ de Antonio García Ferreras y ahora pupila también de Jordi Évole, ha debutado en un formato así dando la sensación en cada plano de que lleva toda su carrera haciendo esto. Su empaque, su fluidez para pasar de la sonrisa pícara a la pregunta clave y su capacidad de escucha me recuerdan, más que a sus jefes actuales, a la mejor Mercedes Milá. Impone y divierte. Cristina ya lleva años destacando como reportera por la ironía y la agudeza de sus crónicas políticas, pero esto la coloca en otra escala. No tengo duda de que la veremos en más entregas de un programa que ha nacido muy maduro, pero ya estoy deseando ver cómo evolucionará.