Las chicas del cable
Valientes, independientes y astutas, se enfrentan a una sociedad machista e intentan abrirse camino en el mundo laboral.
“Lidia esconde un gran secreto”
(Blanca Suárez)
En la España de los años 20, pero también mucho después, las mujeres no existían sin un hombre al lado que las oscureciera con su sombra. La única forma de realizarse como personas con capacidad de decisión era conseguir un trabajo y llegar a ser independientes económicamente.
Ese es el objetivo de las cuatro protagonistas de Las chicas del
cable, cuya primera temporada, de ocho episodios, se podrá descargar de Netflix a partir del viernes 28. Ángeles (Maggie Civantos), casada y con una niña; Carlota (Ana Fernández), con un padre militar y tirano y Marga (Nadia de Santiago), recién llegada a Madrid de un pequeño pueblo. La excepción es la protagonista, Lidia –Blanca Suárez, también narradora en off–, que busca algo más importante que la independencia: esquivar la cárcel.
Las cuatro se conocen en la capital como parte de las 800 nuevas empleadas que en 1928 llegan a la Compañía Nacional de Teléfonos –que aunque entonces era estatal, los guionistas han convertido en empresa privada– y pronto forman un grupillo contra un entorno abiertamente hostil. Pero Lidia esconde un gran secreto: su trabajo de telefonista es una tapadera para robar la caja fuerte de la empresa. Si no lo hace, un policía corrupto la meterá en la cárcel acusándola de asesinato. Lo que no sospecha es que el director de la compañía es Ricardo (Yon González), el joven con quien llegó a la capital diez años antes dispuesta a comerse el mundo.
En 180 países a la vez
Orgullosas de ser las protagonistas de la primera serie española de Netflix, pero conscientes de la responsabilidad de debutar en 180 países, las cuatro nos hablaron de la serie en una entrevista en Berlín donde la plataforma presentó a la prensa sus producciones europeas. “Estamos atendiendo a de-