Portugal 758 - España 5
Europa ha elegido un clásico. La música, solo la música sin artificios, se impuso este año en la edición número 62 del Festival de Eurovisión, celebrado en el Centro Internacional de Exposiciones de Kiev, Ucrania. En medio de un espectacular despliegue de luz y sonido como nos tienen acostrumbrados los países del Este, jurado y público dieron como vencedora a Portugal.
Salvador Sobral, lisboeta de 27 años, con una melodía de jazz Amar pelos dois ( Amar por los dos), compuesta por su hermana Luisa, cautivó a 26 países: 758 votos, la mayor puntuación de la historia. Vestido de negro, con una americana tres tallas más para albergar una mochila que estimula su corazón en espera de un transplante, envolvió con su voz melodiosa y una letra no en inglés sino en su propio idioma.
Con sentimiento
“Vivimos en un mundo de música comercial de usar y tirar, pero la música no son cohetes sino sen- tim iento; eso es lo que realmente importa”, dijo al recoger el micrófono de cristal junto a su hermana, que lo acompañó a dúo en la repetición del tema.
Portugal acogerá por primera vez esta fiesta en 2018, un país maltratado en Eurovisión, que ha competido 49 veces, lleva siete años sin llegar a la final y su mejor puesto ha sido el sexto.
España, que nunca acude a las eliminatorias y va directa a la gran noche por ser miembro de grupo big five, los cinco grandes,
quedó en última posición: 5 votos. La actuación de Manel Navarro, tan mediocre como se esperaba, culminó con un sonoro gallo, en el que se cebaron las redes. Esta edición, la menos vista desde 2007, solo logró 4.056.000 espectadores, 28,4 % de share, aunque el nivel general ha superado al de otras, tanto en talento musical como en calidad vocal, es decir, con menos ‘frikadas’ en coreografía y ejecución, lo que aventura una vuelta al verdadero espíritu del certamen.