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‘Servir y proteger’. Nos colamos en la grabación de la serie que ha revolucion­ado la sobremesa de La 1

La comisaría es el epicentro de este barrio ficticio construido sobre 4.000 metros cuadrados y en el que centenares de personas se esmeran en hacer creíble una historia costumbris­ta.

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Llevar uniforme no es una anécdota ni tampoco una frivolidad”. Esta declaració­n de intencione­s de Luisa Martín, la sargento Miralles, resume el esfuerzo del equipo de Plano a plano ( El Príncipe) para poner en marcha esta telenovela ambientada en una comisaría de barrio.

Para darle aire fresco y acción a una franja dedicada a los seriales de época, se ha levantado un plató de 4.000 metros cuadrados, que acoge las dependenci­as policiales, el bar La Parra, la casa de la familia Ocaña, el centro de salud El Tejo… y la plaza del ficticio Distrito Sur. Exteriores que recuerdan a cualquier barrio del sur de Madrid. “Para levantar la comisaría me inspiré – explica el director de arte Carlos de Do- rremochea– en la del Rastro, y el ambulatori­o se parece al que hay en Vallecas, de los años 70”. Hay muy pocos exteriores que pertenecen a Móstoles y Alcorcón. El equipo está dividido en dos unidades de 110 técnicos y 23 actores fijos. “Competimos cada día por ver quién acaba primero. ¡Yo vivo en el plató dos, donde está la clínica y mi casa!”, bromea Roberto Álvarez, el doctor Torres. Todos trabajan para grabar 10 capítulos cada dos semanas.

Teoría y práctica

La jornada empieza a las siete de la mañana: “Cada día me aprendo 30 folios. Es un currazo, pero tengo la suerte de que me los leo antes de acostarme y, mientras duermo, se colocan en mi cabeza”, dice Juanjo Artero, el comisario Bremón. Está prohibido saltarse el guión para reflejar bien la labor

de la Policía Nacional y de la Guardia Civil. “Recibimos cursos previos para saber a qué se dedica cada rango, para cargar una pistola y colocar las esposas… Para las secuencias de acción hay un especialis­ta”, explica Andrea del Río, la joven inspectora Ocaña.

Importa la práctica pero también la teoría: “Representa­mos a unas personas que se juegan la vida y que no son reconocido­s. No solo se trata de saber manejar un arma. Por eso les preguntamo­s qué sienten durante un desahucio o un caso de violencia de género”, añade Luisa Martín.

Logrado el objetivo de mezclar el thriller con el melodrama, el resto del secreto ‘sumarial’ ya solo recoge números. 13 personas, dirigidas por Tirso Calero, escriben a un ritmo intenso hasta 24 guiones al mes. Y en los primeros 200 capítulos firmados participar­án 350 actores capitulare­s y hasta 3.600 figurantes.

“Hemos recibido cursos previos de agentes”

(Andrea del Río)

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El director Rubén Torrejón, creador del estilo y el tratamient­o de la serie. El equipo de Montse Sancho realiza hasta 100 cambios diarios de vestuario. Un último retoque a Elisa Mouliaá, la agente Lola Ramos.
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barrio Distrito Sur sirve de nexo de todas las
dependenci­as. Se graban varios capítulos de forma simultánea; los actores repasan entre secuencia y secuencia. Los pocos exteriores que aparecen están en Móstoles y Alcorcón, Madrid.
La plaza del ficticio barrio Distrito Sur sirve de nexo de todas las dependenci­as. Se graban varios capítulos de forma simultánea; los actores repasan entre secuencia y secuencia. Los pocos exteriores que aparecen están en Móstoles y Alcorcón, Madrid.
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