Alba, la ruta del diamante
ALBA Esta aldea medieval en la región del Piamonte, germen de la Italia unificada, es la capital mundial de la preciada trufa blanca y de su histórica feria.
Rodeado por las fértiles colinas de viñedos de las Langhe, Alba, uno de los pueblos più belli del Piamonte, celebra la Feria Internacional de la Trufa Blanca, del 7 de octubre al 26 de noviembre, un cita con casi un siglo de tradición.
Junto a eventos gastronómicos, mercados, talleres y degustaciones, otras actividades como el festival de la Bandiera, Ecomaratona, un desfile histórico, conciertos del Alba Music y la divertida carrera de burros Palio degli Asini, que se ‘burla’ de los palios medievales.
El certamen culmina con la subasta mundial de trufa en el casti llo de Grinzane Cavour, una convocatoria a la que asistieron Alfred Hitchcock, Joe di Maggio, el rey Farouk y los actores Ugo Tognazzi, Alain Delon o Gérard Depardieu.
Las cien torres
Esta coqueta aldea medieval es la capital mundial del codiciado tartufo, uno de los iconos gastronómicos de Italia, denominado por Rossini como el “Mozart de los hongos”, que se recolecta por la noche cuando los tartufai salen con sus perros –en lugar de cerdos– y que inspiró a Lord Byorn y Alejandro Dumas.
Este exquisito producto se puede degustar en una gran variedad de alimentos como el salchichón, los pimientos rellenos, la miel, el aceite o en mermelada, patés y quesos, siempre regado con Barolo, el vino de las cortes reales del Piamonte.
Alba también es conocida como la Ciudad de las Cien Torres, construidas durante el medievo para defenderse de la cercana Asti, y por su casco histórico circular, distribuido en torno a la plaza del Risorgimento, con el palacio Comunale y el Duomo, la catedral en honor a San Lorenzo, con un gran campanario y un hermoso coro, firmado por Bernardino Fossati a principios del XVI.
De aquí parte la vía Cavour, arteria principal en la que pueden verse las torres Mozza y Astesiana, y desde donde salen otras calles adoquinadas, llenas de cafés y restaurantes. En la vía Vittorio Emanuele destacan dos joyas barrocas: la iglesia de Santa maría Magdalena y el convento de las dominicanas, sede del museo Federico Eusebio, con restos del neolítico y la época romana.
A pocos kilómetros se encuentra el pueblo de Bra, donde hace 25 años se fundó el movimiento Slow Food, en defensa de la comida reposada, los productos naturales y las recetas locales.