El teleadicto
La paradoja en TVE es de psiquiatra de guardia. En la misma noche ofreció la actuación de la que tanto has oído hablar y también un programa del que ojalá que no vuelvas a tener noticia. Sobre una escenografía espléndida y con una actuación volcánica, Amaia de España se erigía como la gran favorita de este emocionante
OT… Y, apenas una horita antes, mientras miles y miles de chavales (y alguno más crecidito) esperaban el inicio de su talent favorito, Javier Cárdenas –que si alguna vez es llamado Javier de España será para ir buscando exilio– enseñaba en una entrega grabada y mal editada fotos terribles de brazos y piernas con heridas purulentas provocadas por mordeduras de jabalí. Quien escuchara el análisis imposible con contertulios de Hora punta como la abogada de famosas y un naturalista que ejercía de ‘tonto útil’, podría deducir que nuestro país está asolado por el ataque de este animal, y los espectadores que aún sobreviven deberían sacrificar a sus perros por si acaso, acumular latas de atún y no salir de casa hasta verano. Lo suyo con el rigor, el talento y la pertinencia es lo mismo que lo de muchos programas, sobre todo de la mañana, pero no solo, con la ética y la sensibilidad. Hablo, claro, del caso Diana Quer. En estos días en que hemos visto tantas veces la cara del asesino confeso, me costó digerir el tráiler de The End of
The F***ing World, serie de Netflix sobre un adolescente psicópata con ganas de matar a una compañera. Reconozco que el tono me ofendió, pero nunca se debe juzgar (ni legislar) en caliente: aunque hoy me moleste, me reafirmo en que la ficción puede (y debe) abordar los temas incómodos con libertad creativa.