‘Apaches’ en femenino
Sus personajes tienen poco en común, pero las dos se ven obligadas a vivir al límite por amor.
Poco habituales en la ficción nacional, esta vez se han dejado contagiar por el espíritu Apaches, nombre de la serie que han estrenado en Antena 3 y que les traslada a un ambiente de delincuencia en un barrio madrileño en los años noventa. Ingrid García Jonsson y Verónica Echegui encarnan a Miranda y Carol, los personajes femeninos de esta historia de venganza y superación con Alberto Ammann y Eloy Azorín como protagonistas. Basada en la novela homónima de Miguel Sáez Carral, ha tardado dos años en ver la luz.
Respeto por la tele
En este tiempo, Ingrid ha grabado varias películas pero esperaba con ganas este estreno: “La televisión resulta más fácil y efectiva para llegar al público y la tengo mucho respeto”. El medio no le es ajeno ya que hace tres años, en pleno boom de su nominación a un Goya por Hermosa juventud, grabó en Argentina una telenovela, Aliados, donde interpretaba a una cantante de rock. Apaches es su prueba de fuego y tiene miedo: “He dicho que no a varias propuestas porque me sentía insegura. Soy una cobarde y me gusta dar el callo y hacer bien cada trabajo”.
Verónica ya va por su segunda serie internacional. Tras Fortitude, un drama en el Ártico con Richard Dormer, será la amante de Donald Sutherland en Trust, sobre el secuestro del nieto del millonario John Paul Getty. La vimos en Cuéntame y ahora ha elegido un personaje con reminiscencias de la Juani, creada por Bigas Luna en 2006 y que con 23 años le convirtió en la poligonera más reconocida del cine español.
“¡Cuánto me acuerdo de ella…! Carol no es tan macarra. A la Juani le gustaba su barrio, sus tunning, su Johnny… El personaje de Apaches quiere huir de todo eso”. Esta vez la actriz ganadora de un Goya por Katmandú, un espejo en el cielo (2012), de Icíar Bollaín, apuesta por “una chica poco convencional y promiscua, que se come el mundo a bocados, hasta que recibe una torta”.
“He dicho que no a algunos trabajos por cobarde”
(Ingrid)
Confiesa que con ella anduvo “de cabeza”, pero le ha servido para conectar otra vez con la tele: “Hasta ahora he trabajado más en cine porque eran proyectos que me ponían nerviosa o me encendían. Soy muy temperamental y me muevo por la intuición y el corazón. Aunque no hago distinciones, la tele exige un compromiso y yo quiero tener libertad para cambiar cada dos meses”.
Charla con el escritor
La serie, con final cerrado, tendrá 12 capítulos, y las vidas de sus respectivos personajes correrán todo tipo de suerte. “Miranda fantaseó de niña con Sastre (Eloy Azorín), el chico malo de la pandilla, y aunque ahora ella ha cambiado y estudia una carrera, no puede luchar contra el amor que siente por él, a pesar de tener a todos en contra”, cuenta Ingrid, feliz de interpretar a un secundario que “enriquece” tanto la trama: “Los ‘protas’ siempre tienen que estar guapos y perfectos, y a mí me gustan los imperfectos”. Andaluza de madre sueca, tuvo que practicar el acento castizo: “Pero las dos nos movemos bien detrás de una barra; yo también he trabajado como camarera y hasta he organizado timbas de póquer”.
Verónica se enamoró de Carol desde la primera línea de la novela de Miguel Sáez Carral: “Es abierta, no tiene filtro y aunque tiene una vida muy complicada, es muy apetecible. Ha- blé con el escritor y me dio la bendición, pero sé que no estoy a la altura de su creación”. Aunque es la mujer de El Chatarrero (Paco Tous), el mafioso del barrio, inicia una peligrosa relación con Miguel (Alberto Ammann). “Somos de la misma escuela, profundizamos mucho en el papel –dice de su compañero– . Y yo prefiero hacer ese viaje interior con él”.
Esa conexión era necesaria, sobre todo para las escenas eróticas: “Hay mogollón, ya la novela te pone cardíaco. Y con Alberto hay una química brutal; esta es una serie muy salvaje, de ahí el nombre de Apaches”.
Las dos defienden las reglas del grupo de amigos que roba por venganza. “Son verdaderos antihéroes, no puedes decir quién es el bueno o el malo”, declara Verónica. “Un yonqui, un ladrón… Nunca te fijarías en ellos. Se saltan la ley por razones de peso. Pero, ¿quién no lo haría si estuviera en su lugar? ¿A quién no le gustaría ser Robin Hood?”, añade Ingrid.
“Quiero libertad para cambiar cada dos meses”
(Verónica)