El teleadicto
HBO: en un palacio estilo Downton Abbey, una tigresa entra a formar parte del harén de un excéntrico multimillonario con ansias de desheredar. Netflix: un árbol con cuernos destripa al actor que hacía de mayordomo en Downton Abbey. HBO: estoy gozando del primer capítulo de Trust, la historia del secuestro de un miembro de la familia Getty. Creativamente excesiva, al estilo de The Young Pope, cabalga gustándose a sí misma con las riendas las manos siempre frenéticas de Danny Boyle, rondando el espléndido ocaso de Donald Sutherland y con Verónica Echegui como una chispeante y almodovariana belleza mediterránea que se come cada escena. Netflix: había leído que
The Ritual era una buena película de terror, un inquietante viaje al más profundo bosque de Suecia, pero en vez de un aire Bergman me encuentro con un vendaval de lugares comunes, un giro muy Loki (quien haya visto Thor sabe a qué me refiero) y un final deshilachado sin ninguna miga. Por supuesto que hay castañas en HBO y joyas en Netflix (sigo dándole vueltas al final de la infravalorada Aniquilación), pero la imagen que consolidan de cara a los teleadictos como yo es que la primera apuesta por la calidad artística y, la segunda, por el entretenimiento global. En realidad me parece positivo que se diferencien, como deberá hacer la futura plataforma que construyen por sorpresa RTVE, Mediaset y Atresmedia. Tengo que ponerme en modo Juego de tronos para entender esta alianza entre enemigos totales para batirse con un rival superior que amenaza su existencia. Esa batalla será crítica a nivel empresarial, pero auguro que nosotros nos vamos a divertir.