Esculturas de Joan Miró, en el Centro Botín de Santander
Los muchos objetos que recogía en sus paseos y guardaba en su taller llevaron al pintor Joan Miró hacia la escultura, disciplina que cultivó a lo largo de 54 años, con 400 obras fascinantes mediante un original proceso de ensamblaje de diversos materiales, que escapaba al canon tradicional.
De ellas, 94, la mayoría propiedad de la familia, se exhiben en Joan Miró: Esculturas 19281982, una muestra que coincide con el 125 aniversario de su nacimiento, el 20 de abril, día que se inaugura la tercera Fundación Miró, en Mont-Roig, Tarragona, y con la publicación de su biografía El niño que hablaba con los árboles, de Josep Massot.
50 años de trabajo
Danseuse espagnole, con la que debutó en 1928, y Personnage, que realizó con una servilleta del restaurante La Puñalada, abre y cierra el recorrido dividido en cinco secciones cronológicas. No faltan Femme, el grupo de bronces que inició en los cuarenta y que retomó años más tarde mezclando piedra, hueso y hierro. Además, piezas monumentales como Souvenir de la Tour Eiffel, de tres metros de altura, y Porte I, y sus esculturas pintadas como Femme et oiseaux, que realizó a petición de su galerista Pierre Matisse y su amigo Giacometti, que expuso en Nueva York.
La muestra se complementa con material inédito, decenas de dibujos, bocetos, objetos diversos, fotografías del artista tomadas por Joaquim Gomis y Francesc Catalá Roca, y videos que muestran su proceso creativo en la fundación.