Valle del Jerte.
VALLE DEL JERTE La llegada de la primavera, con la floración de más de un millón de cerezos, embellece esta rica comarca extremeña.
El frío ha retrasado uno de los espectáculos de la naturaleza más bellos y visitados de nuestro país: la floración de más de un millón y medio de cerezos de 200 especies en el extremeño valle del río Jerte, que es celebrado con representaciones teatrales, degustaciones gastronómicas y bailes tradicionales.
El domingo 8 se clausura la Fiesta del Cerezo en Flor, seguida de la Lluvia de Pétalos, del 9 de abril a 3 de mayo, cuando el color blanco da paso al verde de castaño y roble, el violeta del brezo y el amarillo de la retama, que marcan el inicio de la primavera.
Desde mediados de mayo hasta finales de junio es tiempo de La Cerecera, cuando se recoge la fruta.
Para disfrutar del espectáculo se aconseja recorrer sus municipios serranos y de origen medieval que componen el Valle del Jerte, en una ruta circular, o lineal siguiendo el curso del río.
Los 11 pueblos
Valdastillas, Cabrero, Barrado, Casas del Castañar, El Torno, conocido como El Mirador del Valle, y Rebollar, conservan su arquitectura tradicional y comparten un trazado laberíntico de calles estrechas y asimétricas con casas de fachadas de madera y balconadas.
Un poco más grandes son Navaconcejo, con la fábrica textil de Sayales, de 1625, la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, y la cercana Garganta de las Nogaledas, con cascadas de gran belleza; y Cabezuela de Valle, en cuyo casco histórico de forma triangular, declarado Conjunto Histórico-Artístico, sobresalen los soportales de la Plaza Mayor, el templo de San Miguel, levantado sobre la antigua sinagoga y el Museo de la cereza. En los alrededores, abundan las piscinas naturales como La Pesquerona, La Picaza, El Vao y El Simón.
Piornal es el pueblo más alto de la zona y sus casas son de granito, para soportar el clima, destacando el Palacio del Obispo Pedro González de Acevedo. Dispersas por la sierra, pueden verse antiguas construcciones pastoriles de piedra y también algún castro celta.
Cerca queda la localidad del Jerte, incendiada por las tropas napoleónicas durante la guerra de la Independencia, salvándose la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción y el popular barrio de Los Bueyes, con construcciones autóctonas muy bien conservadas.
El puerto de Honduras conduce a Tornavacas, entre la sierra de Bejar y Gredos, la última localidad del valle, con un buen número de ermitas.
Otra maravilla es la Reserva Natural de la Garganta de los Infiernos, con cascadas de agua cristalina y pozas excavadas en las rocas como Los Pilones y el Mirador del Chorreo de la Virgen, desde donde se avistan buitres, águilas y halcones.