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Carme Chaparro

Por su profesión, conoce bien la realidad y se resiste a mirar hacia otro lado. La escritura es su evasión.

- M. Escalona. Foto: G. Checa

celebra 20 años en informativ­os y publica su segunda novela: “Soy sufridora y transparen­te”

Ahora se asoma cada mediodía a la actualidad desde Cuatro. Pero Carme Chaparro empezó en televisión hace 20 años. Además, ganó el premio Primavera de novela 2017 con su debut literario No soy un monstruo, que Mediaset lo convertirá en serie, y este mes presenta su segunda novela, La química del odio.

Dos décadas… ¿Te consideras una pionera?

¡Qué va! Eso lo fueron las grandes periodista­s que se sentaron por primera vez en un Telediario.

¿Cuánto ha cambiado la tele?

Mucho, ha sido brutal. Antes teníamos un solo televisor en casa y sin mando a distancia... Ahora se ve a la carta y hay un aparato en cada habitación. Lo que veíamos hace 20 años ahora te parece viejísimo.

Tienes 45 años. ¿Te pesa la edad más que a las que no aparecen en pantalla?

En Mediaset, si haces media entre las presentado­ras, yo sería de las más jóvenes. Importa la profesiona­lidad, lo que transmites, no tu aspecto físico.

¿Es cierto que temiste ser despedida antes de cambiar a Cuatro?

Hija, es que me llamaron los superjefes [Juan Pedro Valentín y Pedro Piqueras] a su despacho y me dijeron: “Cierra la puerta”. Pensé que algo pasaba, y como soy una agonías, supuse lo peor. Luego me dio un subidón. Acabas de recoger dos premios por tu lucha contra el machismo. El feminismo no es lo opuesto al machismo, sino una reivindica­ción de la igualdad. Nosotras no podemos correr con una mochila de 20 kilos y con falda de tubo y tacones, mientras ellos visten ropa deportiva.

¿Alguna vez te han acosado en el trabajo?

No. He tenido mucha suerte, la verdad. Pero sí en mi vida personal, como a todas las mujeres, desde el exhibicion­ista hasta tener que soportar esas frases de pésimo gusto mal llamadas piropos. Si eres joven, pa- sas miedo, porque no tienes recursos ni educación feminista, pero sabiendo lo que sé ahora, hay que plantarles cara.

Publicas nuevo libro.

Sí. Estoy muy contenta. Volvemos a encontrarn­os con la inspectora Ana Arén después de superar el shock… Ahora pasa a trabajar en Homicidios y se enfrenta al asesinato de una mujer española muy famosa.

¿Cómo concilias con dos hijas [Laila, de 6 años, y Emma, de 4]?

Mi marido [Bernabé Domínguez, operador de televisión] practica la igualdad. No nos entendería­mos si no fuera así. Él pone más lavadoras que yo. Nos repartimos las tareas sin problemas.

“Mi marido pone más lavadoras que yo”

¡Te declaras como una sufridora nata!

¡Es verdad que lo soy! Y al mismo tiempo, muy transparen­te, tanto que si gasto una broma, me pillan enseguida, y si juego al póker, revelo la mano que llevo. Me sale el alma por los ojos, como a mi hija Laia.

Has desvelado que padeces el síndrome de Ménière. ¿Cómo se manifiesta?

Es una enfermedad crónica del oído interno. Oigo un pitido constante; no sé lo que significa el silencio, y además me quedo sorda. Cada vez soporto peor el ruido y llegan a dolerme los oídos. Afortunada­mente, ya no sufro vértigos.

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