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La cantaora millennial presenta ‘El mal querer’, su segundo álbum, con el que volverá a sorprender.
Rosalía
La primera vez que Pepe Habichuela la escuchó entonar unas bulerías por soleá, dijo de ella que cantaba como una vieja, el mayor piropo que se le puede hacer a un flamenco. Con un solo disco publicado en 2017, Los Ángeles, Rosal ía –nominada al Grammy Latino como Artista Revelación, es uno de los referentes de la nueva generación del flamenco, con su gran amiga Rocío Márquez y El Niño de Elche. Antes había colaborado con La Fura dels Baus y con el rapero C. Tangana, cuyo tema Antes de morirme tiene 22 millones de visitas en YouTube.
Tras evocar a la muerte en doce cantes antiguos producidos por Raül Refree en su premiado debut, tiene a punto El mal querer, su segundo álbum con la colaboración de El Guincho, un choque entre tradición y modernidad con canciones pro- pias, como el primer sencillo, Malamente, que presentará el viernes 15 en el Festival Sónar; el 5 de julio en el madrileño Festival Cultura Inquieta y el 24 de agosto en el Starlite de Marbella.
Vocación temprana
Rosalía Vila, hija de asturiano y catalana, cuyo máximo referente es la Niña de los Peines, nació hace 25 años en Sant Esteve Sestovires, en el Baix Llobregat, donde se crió en una familia sin vínculos artísticos, pero muy conectada a la música anglosajona, que solo escuchaban los sábados.
Conoció el flamenco de niña en un parque donde chavales mayores que ella ponían en el radiocasete del coche los temas de Camarón de la Isla. Investigó por su cuenta y, a los 16 años, comenzó a formarse con su maestro, El Chiqui de La Línea, que la convenció para matricularse en la Escuela Superior de Música de Cataluña, donde se licenció en interpretación del Cante Flamenco. Antes tuvo que superar el peor momento de su corta pero exitosa carrera: a los 17 se le quebró la voz por forzarla demasiado y tuvo que operarse de las cuerdas vocales.
‘Malamente’ es el primer
sencillo de su nuevo
trabajo