por favor Más vitamina D,
Nos ayuda a fortalecer los músculos y sobre todo los huesos, pero no tomamos suficiente. Estas son sus fuentes.
La población española presenta un déficit generalizado de vitamina D. Más del 40por ciento de los españoles menores de 65 años está por debajo de los niveles óptimos, mientras que en los más mayores esta cifra se eleva hasta el 80.
Esta vitamina es responsable del mantenimiento de los niveles de calcio y fósforo, fundamentales para la mineralización ósea, la contracción muscular, la interconexión nerviosa y numerosos procesos metabólicos. “Su carencia está relacionada con el riesgo de tener la tensión alta, sufrir enfermedades cardiovasculares e inmunes y alteraciones del estado emocional”, advierte Josep Blanch, presidente de la SEIOMM (Sociedad Española de Investigación Ósea y Metabolismo Mineral).
La importancia del sol
El 90 por ciento de estas necesidades se cubren con el sol. Una situación que resulta paradójica si tenemos en cuenta que España es uno de los países de Europa con más horas de sol. “En general, las personas de más de 60 años lo toman poco, los jóvenes utilizan fotoprotectores, y además la contaminación reduce la cantidad de rayos que nos llega”, explica Blanch. De hecho, la mayor parte de los países mediterráneos comparten este mismo problema.
Menos cafeína
La otra fuente de este nutriente es la alimentación, a través de los ácidos grasos de los pescados azules, la mantequilla, la yema de huevo y algunas setas. Igualmente, hay que evitar un abuso de bebidas con cafeína, puesto que esta puede interferir en sus receptores e inhibir su correcta absorción. “Tendríamos que comer a diario bastante más pescado azul o alimentos fortificados con extra de vitamina D, para llegar a las dosis adecuadas”, señala Nuria Fernández, nutricionista y colaboradora de los laboratorios Gebro Pharma.
Estas necesidades aumentan en los ancianos y las mujeres postmenopáusicas. Ajustarse a las recomendaciones les ayuda a prevenir problemas como la osteoporosis.
Además, hay que tener en cuenta que se trata de un problema con efectos acumulativos, es decir, que si se arrastra este déficit durante toda la vida, existen más posibilidades de sufrir enfermedades relacionadas con los huesos durante la vejez.