El teleadicto

Leo que Heridas abiertas, la serie que me está torturando este verano con dosis parejas de adicción y aprensión, no va a continuar más allá de los ocho capítulos de la primera temporada. Y la razón, según el jefe de HBO, es que Amy Adams, la protagonista, no se ve capaz de retomar el personaje. Quienes la estéis viendo, seguro que lo comprendéis. Hacía tiempo que no seguía una serie tan cafre en cuanto a exposición emocional, que buceara tan profundo y con tanta verdad, con tanta piel, en los abismos de la negritud humana, en ese fondo oleoso y viciado que es como un canto de sirena al que es inútil resistirse. Me pongo poético porque esta ficción, a su manera agresiva e hiriente, también lo es. Y poesía es desde luego la interpretación de Adams, una auténtica superdotada para guiar al espectador por los tenebrosos laberintos del alma. De primeras parecía que el referente era la gran

Big Little Lies porque comparten creador, pero en realidad entronca con el mejor cine de terror actual (Déjame salir, Hereditary…) y sobre todo con True Detective, otra joya de HBO. No es casualidad que una serie como esta tenga el sello de esa plataforma y no el de cualquier otra. Por eso también me preocupó leer algún titular sobre la intención de HBO de parecerse más a Netflix, sobre todo en términos de cantidad. Mala idea. En lo que llevamos de 2018, en HBO, además escocerme las Heridas abiertas, he flipado con Killing Eve, me he retorcido con El cuento de

la criada, he aprendido de la vida con Trust, he llorado, amado y bailado con Pose… Una cosecha incompatible con un sistema de producción al por mayor.