Vida sana.
La rosácea afecta a más de 4 millones de personas en España, y es una afección dermatológica que se puede desatar por factores como el frío, la alimentación, la genética o el estrés.
Ese rubor incómodo.
Cuando llega el frío algunos problemas dermatológicos se manifiestan. Es el caso de la rosácea, una enfermedad inf lamatoria que afecta especialmente a mujeres entre los 30 y 50 años. De hecho, ellas tienen tres veces más posibilidades de padecerla.
Cómo detectarla
Tal y como avanza su propio nombre, produce un enrojecimiento de algunas zonas del rostro –mejillas, frente, barbilla y nariz– acompañado de ardor, tirantez y sensibilidad. En estadios más graves es susceptible de confundirse con acné porque pueden aparecer pústulas. Sin embargo, la persistencia de ese color rojo siempre acabará delatándola.
Aunque en el desarrollo de esta patología intervie- nen múltiples causas, suele existir detrás una alteración de los vasos sanguíneos, aunque investigaciones recientes también han señalado al parásito Demodex como causante.
Tenerla bajo control
Además de las bajas temperaturas, la Fundación Piel Sana explica que los temidos brotes pueden desencadenarse por el consumo de alcohol, café, la exposición a los rayos UVA, la contaminación y el estrés. Evitarlos reduce hasta en un 78 por ciento el riesgo de sufrirla.
Sin embargo, también intervienen otras variables que no se pueden controlar, como la genética o tener la piel clara. Para su tratamiento se suelen prescribir antibióticos como el metronidazol, y cremas con ácido azelaico.