Segunda temporada del espacio de reportajes de David Beriain
Se adentra en la selva colombiana y en el mercado negro de EE.UU. y ha grabado por primera vez en Europa para contactar con clanes de Italia y Albania.
Una persona recibe una llamada. Una mafia formada por policías en activo le da un plazo de 48 horas para pagar su deuda si no quiere ser asesinada. Al otro lado del teléfono, en Venezuela, se encuentra David Beriain y su equipo siendo testigos de cómo estas bandas utilizan el miedo y la violencia para ganar dinero.
Es solo una de las actividades criminales que el periodista repasa en la segunda temporada de Clandestino. Tras una entrega centrada en los secuestros en Venezuela, Beriain nos habla de los próximos programas.
La familia napolitana
“He vivido algunos de los momentos más intensos y difíciles de mi carrera”. Y es que por primera vez su equipo ha grabado en Europa para conocer a la Ca- morra, una de las mafias más violentas de Italia. “En Nápoles por la mañana como turista admiras sus obras de arte y por la noche te encuentras con camorristas. Ahora los jóvenes están al mando e imponen el terror”. También le ha sorprendido la sociedad albane s a , p a í s adonde la droga llega fácilmente de Italia. “Las mafias han crecido mucho pe- se a ser del entorno excomunista. Por otro lado tiene códigos de cultura basados en el honor y la venganza que se conocen con el nombre de Kanún”.
En cuanto a América Latina, han muerto dos millones de personas desde el 2000 por armas de fuego. En dos programas, Beriain comprueba, cómo un arma ilegal puede llegar de EE.UU. a cualquier país del continente en solo 24 horas. “Es un auténtico genocidio. Como no hay un registro de compradores, cualquiera puede hacerse con un arma. Seguimos a un traficante que compró una, la desmontó y se la pegó por partes al cuerpo para llevarla a México”.
En el último episodio, Herederos de Pablo Escobar, acompaña durante un mes a las fuerzas colombianas en la Operación Agamenón. “Queríamos saber quién controla la droga ahora y descubrimos que hay un capo al que persiguen más personas que al propio Escobar”.
“Lo que pasa en América Latina es un genocidio”