Vida sana.
Su consumo sigue en descenso, sin embargo es una fuente de energía rica en vitaminas y minerales.
Pon más pan en tu vida
Es rico en hidratos de carbono complejos, bajo en calorías y nos aporta proteínas, vitaminas y minerales. Sin embargo, lo tomamos cada vez menos. El año pasado el consumo per cápita fue de 32,54 kilogramos, un 6 por ciento menos que en 2016, según los datos que publica cada año el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
Quienes más meten este producto en la cesta son las familias con hijos de entre 6 y 15 años. Por comunidades, los gallegos y los asturianos son los que más lo adquieren; los que menos, los madri- leños y los aragoneses. Aún así, seguimos prefiriendo el comercio tradicional a la grandes superficies para adquirirlo.
Entre las causas que explican este descenso se encuentran mitos como que engorda mucho o que sienta mal. También, la injustificada guerra al gluten sin tener ninguna intolerancia.
La Fundación Española de la Nutrición (FEN) recuerda que “no consumirlo de forma habitual contribuye a desequilibrar el perfil calórico de la dieta”. El 55 por ciento de las calorías que necesitamos deben provenir de los hi-
dratos de los carbono. El pan es una excelente fuente de energía que, además, nos ayuda a controlar el hambre.
El reinado del blanco
Aunque el pan más recomendado por los nutricionistas es el integral, el que más se compra, con diferencia, es el blanco. Una de las ventajas del primero es que al no estar hecho con harinas refinadas, el grano del trigo conserva la cubierta. Esto hace que contenga mayor cantidad de vitaminas, minerales y ácidos grasos esenciales. A su vez, como cuesta más masticarlo y tiene más fibra, posee un mayor efecto saciante. Sin embargo, es importante distinguir entre el pan de trigo integral del pseudointegral, elaborado con harina blanca y fragmentos de salvado añadidos.
La preferencia por las versiones más blancas es histórica. Aunque el pan ha estado presente en la alimentación del hombre desde la Prehistoria, hasta la Edad Media no se empieza a comerciar con él y a elaborar más variedades. Los más claros, que requerían un proceso de refinado, estaban reservados para la nobleza, mientras que los negros eran para el vulgo.