“He tenido que lidiar con mis miedos”
Encarna a Txabi Etxebarrieta, el primer dirigente de ETA que mató y murió. Para Àlex Monner, de 25 años, este personaje, que le ha acercado a la realidad de sus orígenes vascos, le ayudó sobre todo a superar una crisis y reforzar su vocación.
¿Cómo definirías a Txabi?
Era un estudiante muy listo; antes de acabar la carrera de Económicas ejerce de profesor. Su hermano José Antonio [Enric Auquer] sufre una enfermedad degenerativa, y él lo releva en el grupo. Y se convierte en el líder de la ETA armada.
Tenía 23 años, ¿le has entendido?
Creo que Txabi acaba superado por la situación. Es responsable de algo que le viene grande. Está recluido en un globo y cuando sale al exterior los nervios le llevan a matar. Algunos pensarán que quiso ser un mártir.
¿Asusta dar vida a alguien real?
No, para nada, llámame insensible, irresponsable o apolítico. No sentí un peso extra. Es más, durante el rodaje fui quitándole importancia; solo tenía que descubrir al Txabi que estaba escrito en los guiones.
Por la rama materna eres vasco. ¿Ha surgido algún conflicto?
No, no defino mi identidad a través de la política. Mi madre es de Azpeitia, pero en casa nunca se ha hablado de política, y no ha habido ninguna disputa moral. Estuve tres semanas encerrado en casa de mis abuelos para sensibilizarme más y coger bien el acento.
¿Las escenas en las que empuñas un arma son las más difíciles?
No. Me costó bastante una que rodé con Anna Castillo [Txiki] más sentimental. Txabi parece que pierde las riendas de lo que está pasando. Lo vemos adicto a las centraminas [potenciador
“Algunos pensarán que Txabi quiso ser
un mártir”
cerebral que tomaban los estudiantes], pero Mariano Barroso no quería que pareciera un yonki, si no más controlador.
¿Qué impresiones habéis recogido mientras rodabais?
Todo el mundo contaba algo de ETA. Nuestro asesor, el forense Paco Etxebarría, relataba cómo la policía generaba miedo eligiendo al azar a los detenidos para torturarles. También nos contaron que en aquellos días dos chavales se escondieron tras unos matorrales dispuestos a disparar a la Guardia Civil.
Han pasado 10 años de Pulseras rojas, y con Txabi vuelves a ser protagonista. ¿Qué te aporta?
La verdad es que me llegó en un momento relevante, en una crisis profesional. La vida de un joven es muy convulsa, y había llegado el momento de cambiar. Tuve que lidiar con muchas inseguridades y miedos, mientras grababa. Pero fui valiente y me convertí en alguien distinto.
¿Cómo vives el confinamiento?
Bien, en casa de mi expareja. Intento escribir cada día, al menos en mi diario, y tocar música… depende. Tengo miles de proyectos en la cabeza: una peli sobre mi transformación, irme a Buenos Aires…
Alicia Mingo. Foto: Daniel González