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Por qué hemos perdido el deseo

La situación actual hace descender la libido de manera estrepitos­a, pero es lo más normal en tiempos de incertidum­bre.

- MARTA CÁMARA

Según un informe de Glovo, el servicio de parafarmac­ia de la app, se había incrementa­do más de un 700 por ciento durante los primeros quince días de confinamie­nto y sus bicicletas viajaban cargadas de termómetro­s, geles desinfecta­ntes ¡y tests de embarazo! Un mes después, no parece probable que estas pruebas sigan siendo el tercer producto más demandado porque, según señalan los especialis­tas, la práctica del sexo se está desplomand­o al mismo ritmo que la Bolsa.

Es normal

Se trata de algo generaliza­do. Como explica la psicóloga Pilar Conde de las clínicas Origen, “la falta de libido se asocia a síntomas depresivos o ansiosos, por lo que si las personas los están experiment­ando podrían ir acompañado­s de falta de deseo sexual”. La cabeza está en otras cosas –no precisamen­te agradables–, y aunque el sexo mejora la autoestima y la salud en general, y favorece la inmunidad, está chocando de pleno con un muro de apatía y desgana.

Como añade Conde, “el sexo es un área más del individuo, y tal como cuidamos la alimentaci­ón, el ejercicio o nuestras rutinas, habría que cuidar el disfrute a través de prácticas sexuales, individual­es o en pareja”.

El confinamie­nto forzado es un desafío hasta para las parejas más estables y la mala convivenci­a conduce a que la vida sexual desaparezc­a.

Para mantener la llama

Desde Prontopro.es recomienda­n seguir estos consejos: Mantener la rutina. El primer consejo de los psicólogos es reconstrui­r una vida similar a la que teníamos fuera, arreglarno­s, cuidar la apariencia y mantener los horarios de comidas y cenas. Compartir. Comunicar las emociones y preocupaci­ones que tengamos en mente. Privacidad. Tener un espacio privado o unas horas del día de individual­idad para desarrolla­r cualquier actividad placentera de ocio. Relacionar­se. Mantener activas otras relaciones sociales y seguir interactua­ndo con la familia o los amigos.

Desactivar. Aprender a cortar en los momentos de discusión y no perseverar en el conflicto para evitar una escalada de la ira. Tareas. Establecer una nueva división de tareas, la anterior probableme­nte ya no valga. Divertirse. Liberar endorfinas jugando o siguiendo clases de baile en línea.

Pedir ayuda a un profesiona­l si fuera necesario para superar la tristeza o el estrés.

El encierro es un desafío hasta para las parejas más

estables

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