Contadores de historias.
Jon Sistiaga, Mercedes Milá y Jalis de la Serna
La periodista ha presentado en el FesTVal de Vitoria la tercera temporada de Scott y Milá, con cuatro nuevos programas dedicados a la familia, la empatía animal, el baile y la música, que podremos ver en otoño en Movistar+, siempre desde su perspectiva tan especial.
El rodaje del primero, centrado en la familia, os pilló en la pandemia…
Sí. Yo soy muy defensora de la familia como piña. En mi casa somos seis hermanos y yo soy la mayor, la mandona me dicen, pero también la protectora, un poco la gallina. Cuando preparamos el programa no sabíamos la importancia que iba a tener durante la crisis sanitaria.
¿Te has arrepentido de no haber tenido hijos?
No. Estoy muy contenta de mi vida ahora y como he estado siempre. Tengo gente cercana que son mi familia y no echo de menos la maternidad de manera especial.
Has pasado el confinamiento en Menorca. ¿Qué sentiste al volver al trabajo?
Una alegría enorme porque estoy muy a gusto con el equipo del programa. La normalidad fue bienvenida.
¿Qué has sacado de positivo de esta época?
Estuve en Menorca con amigas, como Laura Ruiz, que es la socia de Jesús Calleja y también mi jefa en el programa, y con sus hermanas. Yo tengo casa en la isla, pero me fui al campo con ellas y me dediqué a cuidar gallinas y a preparar la comida. Ahora valoro no tener que hacer nada.
En el segundo programa habláis de mascotas. ¿Tenías perro antes de conocer a Scott?
Nunca he tenido perro ni he cuidado animales, al contrario que mi hermano Lorenzo, pero ahora estoy descubriendo la relación humanoanimal, y es fascinante. En el programa hablamos de la empatía que se genera y cómo aprendes de ellos desde el principio.
Y continuáis con la música y el baile.
Hablaremos de la clásica, y nos basaremos en la opinión de James Rhodes, un pianista británico que vive en España. Tiene un libro, Instrumental, en el que explica cómo superó sus abusos de niño con las canciones. Y en el cuarto programa, dedicado al baile, acudo a un curso y acabo bailando swing.
“Nunca he echado de menos no haber tenido
hijos”