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Frente contra el frío

Las bajas temperatur­as, la lluvia y la humedad, pero también las calefaccio­nes y la polución son los peores agresores de la piel en invierno. Cuídala con estos consejos.

- AMELIA LARRAÑAGA

Llega la segunda peor temporada del año para la piel tras el verano. Ahora se muestra tirante, seca y, en muchas ocasiones, con rojeces y picor. La culpa la tiene el frío, pero también el viento, la humedad y el efecto de las calefaccio­nes y la contaminac­ión. Y a diferencia de lo que le ocurre en la época estival, ni siquiera toma ese color tan favorecedo­r. En este momento, la piel del rostro y manos pasa el peor trago del año. Además, aunque en las últimas dos décadas la temperatur­a en invierno se ha elevado solo ligerament­e, el déficit de lluvia y nieve sí ha sido significat­ivo.

Piel más seca

Las masas de aire frío que provienen del océano no son tan agresivas, pero cuando provienen de Siberia, Rusia o la zona eurocontin­ental, secan más la piel. Los dermatólog­os inciden en la importanci­a de protegerse también en invierno, porque todos esos agentes descritos debilitan la función barrera de la piel exponiéndo­la a la penetració­n de alérgenos. Y justamente en esta época del año es cuando la epidermis debe hacer frente a cambios bruscos de temperatur­a en pocos segundos. Es entonces cuando esta podría sufrir microinfla­maciones que, repetidas en el tiempo, terminaría­n por debilitar su estructura interna, destruyend­o esa función barrera tan importante para protegerno­s de agentes externos. Cuando esa función se compromete, la piel no es capaz de conservar la humedad, por eso se muestra tan seca. También por esa misma razón, y aunque el sol de invierno es débil y actúa durante muy pocas horas, los especialis­tas aconsejan incluir la protección solar diaria entre las rutinas cosméticas para rostro, cuello y manos.

Fórmulas mejoradas

Esta realidad es la que pone cada año a trabajar a los laboratori­os, que varían las fórmulas de su cosmética invernal añadiendo un porcentaje mayor de activos hidratante­s como la glicerina, la alantoína o la urea. Por ejemplo, mientras las cremas ordinarias suelen contener menos de un 10 por ciento de glicerina (atrayente del agua), la cosmética destinada a paliar la sequedad cutánea causada por el frío puede llegar al 35 por ciento.

Cosmética nórdica

Esta decisión fue inspirada por la cosmética escandinav­a. Como era de esperar, los productos con mayores índices de ventas al l í son los bálsamos labiales y las cremas de manos. Entre sus ingredient­es clásicos y que hemos sido capaces de replicar en nuestras fórmulas, destaca el arándano, la grosella o la raíz de rhodiola, una de las plantas autóctonas de las regiones más frías del mundo que posee propiedade­s protectora­s, regenerado­ras y antioxidan­tes. Pero también la astaxantin­a y el alga roja sueca, activos que son oro para neutraliza­r el descenso térmico.

Entre las rutinas cosméticas debe incluirse la protección solar

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