Frente contra el frío
Las bajas temperaturas, la lluvia y la humedad, pero también las calefacciones y la polución son los peores agresores de la piel en invierno. Cuídala con estos consejos.
Llega la segunda peor temporada del año para la piel tras el verano. Ahora se muestra tirante, seca y, en muchas ocasiones, con rojeces y picor. La culpa la tiene el frío, pero también el viento, la humedad y el efecto de las calefacciones y la contaminación. Y a diferencia de lo que le ocurre en la época estival, ni siquiera toma ese color tan favorecedor. En este momento, la piel del rostro y manos pasa el peor trago del año. Además, aunque en las últimas dos décadas la temperatura en invierno se ha elevado solo ligeramente, el déficit de lluvia y nieve sí ha sido significativo.
Piel más seca
Las masas de aire frío que provienen del océano no son tan agresivas, pero cuando provienen de Siberia, Rusia o la zona eurocontinental, secan más la piel. Los dermatólogos inciden en la importancia de protegerse también en invierno, porque todos esos agentes descritos debilitan la función barrera de la piel exponiéndola a la penetración de alérgenos. Y justamente en esta época del año es cuando la epidermis debe hacer frente a cambios bruscos de temperatura en pocos segundos. Es entonces cuando esta podría sufrir microinflamaciones que, repetidas en el tiempo, terminarían por debilitar su estructura interna, destruyendo esa función barrera tan importante para protegernos de agentes externos. Cuando esa función se compromete, la piel no es capaz de conservar la humedad, por eso se muestra tan seca. También por esa misma razón, y aunque el sol de invierno es débil y actúa durante muy pocas horas, los especialistas aconsejan incluir la protección solar diaria entre las rutinas cosméticas para rostro, cuello y manos.
Fórmulas mejoradas
Esta realidad es la que pone cada año a trabajar a los laboratorios, que varían las fórmulas de su cosmética invernal añadiendo un porcentaje mayor de activos hidratantes como la glicerina, la alantoína o la urea. Por ejemplo, mientras las cremas ordinarias suelen contener menos de un 10 por ciento de glicerina (atrayente del agua), la cosmética destinada a paliar la sequedad cutánea causada por el frío puede llegar al 35 por ciento.
Cosmética nórdica
Esta decisión fue inspirada por la cosmética escandinava. Como era de esperar, los productos con mayores índices de ventas al l í son los bálsamos labiales y las cremas de manos. Entre sus ingredientes clásicos y que hemos sido capaces de replicar en nuestras fórmulas, destaca el arándano, la grosella o la raíz de rhodiola, una de las plantas autóctonas de las regiones más frías del mundo que posee propiedades protectoras, regeneradoras y antioxidantes. Pero también la astaxantina y el alga roja sueca, activos que son oro para neutralizar el descenso térmico.
Entre las rutinas cosméticas debe incluirse la protección solar