El teleadicto
Reconozco que tengo tendencia natural a indignarme con las infinitas veces en que Pablos Motos hace comentarios en
El hormiguero que sacan de quicio. Esos micromachismos que son especialmente nocivos porque van enmascarados en ese tono amable, blanco y familiar del programa, una especie de vaselina moral que provoca que su visión del mundo, poco empática con la diversidad, se meta hasta el fondo de la mente de miles de espectadores. Pese a esta introducción, considero injusta la lectura que se ha hecho del éxito de Nuria Roca como su sustituta durante la baja por covid. Es evidente que tiene tablas de sobra y está cómoda, pero en ese aplauso hay un diez por ciento de reconocimiento y un noventa de zasca al titular. En todo caso esta gran acogida demuestra que el formato, como ocurre con
Sálvame, es tan sólido que no depende de una cara para arrasar. Y eso, le pese a quien le pese, es mérito del equipo que lidera Pablo. Vuelvo a poner el foco en Nuria: a la vez que con Trancas y Barrancas exprime sus puntos fuertes, con Esty Quesada y Carmina Barrios salen a relucir los débiles. No me he perdido la vuelta de
Road Trip porque soy el mayor fan sobre la tierra de Soy una pringada, pero esta segunda tanda se aleja de ser genial por el abuso de situaciones guionizadas en las que Nuria sale muy mal parada. Hasta creo, y ojalá nadie tome nota, que Pablo Motos lo haría mejor.